Resumen del Renacimiento

Renacimiento es el movimiento cultural que surge en Europa en el siglo XIV, y que se muestra como característica esencial su admiración por la antigüedad grecorromana.

¿Que Fue el Renacimiento?

Se denomina Renacimiento al movimiento cultural que surge en Europa el siglo XIV, y que se muestra como característica esencial su admiración por la antigüedad grecorromana. Este entusiasmo, que considera las culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección, se propone la limitación en todos los ordenes, lo que explica el calificativo de Renacimiento, pues en verdad, se trataba de un renacer, de un volver a dar vida a los ideales que habían inspirado aquellos pueblos.

El Renacimiento, desde luego no fue una simple exhumación de las artes antiguas. El interés por el arte grecorromano fue una consecuencia. En principio, se aspiro a una renovación en todas las parcelas de la cultura humana, filosofía, ética, moral, ciencia, etc… encaminada a la hechura de un hombre que fuera comprendido y resumen de todas las perfecciones físicas e intelectuales. El hombre integral, el genio múltiple, en el que se concilian todas las ramas del saber en una actitud fecunda, fue la gran creación del Renacimiento que cristalizo en figuras que mantienen viva la admiración atravez de los tiempos, como un Leonardo da Vinci, un Miguel Angel, un Rafael.

En los últimos años del siglo XV y a lo largo de la totalidad del XVI se desencadenó un conjunto de procesos de todo orden que ha recibido el nombre de Renacimiento. Desde la perspectiva del hombre contemporáneo, este período se caracteriza por un cambio en la visión del mundo y en los sentimientos que en muchos sentidos puede ser interpretado como una anticipación inmediata de lo que hoy es el ser humano. Por primera vez se nos presenta la posibilidad de conocer con una cierta profundidad el aspecto físico y el medio de vida de los hombres de un tiempo pasado: las técnicas realistas en la pintura y en la escritura nos han hecho llegar descripciones pormenorizadas de rostros, casas y ciudades. Por lo demás la correspondencia personal, la costumbre de escribir autobiografías y la invención de la imprenta han facilitado también la investigación posterior.

Esta época se caracteriza, en otro sentido, por una ampliación de los horizontes históricos y geográficos. Renacimiento quiere decir ante todo, resurrección de las antiguas civilizaciones de Grecia y de Roma. La lengua griega hacía tiempo que era enseñada en Italia y parecía como si la curiosidad y el espíritu de libre investigación que había caracterizado a la cultura ateniense resurgieran con el estudio del idioma.

El influjo de la cultura romana, por su parte, se hizo sentir también de una manera especial en Italia, el núcleo geográfico en el que la revolución cultural renacentista se haría sentir más fuerte. A este hecho no eran ajenos fenómenos como la preponderancia del derecho romano, la utilización del latín por parte de alguno grupos sociales y la conservación de un gran número de edificios antiguos.

Pero también el horizonte geográfico del hombre renacentista se había visto ensanchado: aventureros, comerciantes y misioneros habían descubierto tierras hasta entonces desconocidas, alcanzando al tiempo las costas orientales de Asia tras circunnavegar el continente africano.

El desarrollo de los conocimientos científicos había puesto en duda verdades que antaño se consideraban tan importantes como la forma de la Tierra o el lugar del hombre en el universo. En este mismo contexto se produjeron importantes cambios en lo que a la vida se refiere. El principal de ellos fue provocado por la reforma protestante.

¿Cómo fue la llegada del renacimiento a los diferentes paises de aquel mundo?

Llegada del Renacimiento a Italia

Con la llegada del Renacimiento apareció una nueva e influyente clase social constituida por los humanistas. Hasta entonces, la Iglesia había condicionado toda la vida cultural, pero ahora la ciencia llegaba directamente al ciudadano, gracias al aristotelismo, en boga durante los comienzos del Renacimiento. Ésta filosofía fue cediendo terreno al platonismo y el arte empezó a basarse sobre la propia ciencia. La geometría y otras ramas de las matemáticas ocuparon un lugar esencial en la nueva concepción de la cultura, se desecho el arte puramente lineal y se busco con ahínco la forma tridimensional.

La pintura italiana de los comienzos del siglo XV es todavía narrativa y escoge los muros de las Iglesias. La técnica, en especial con el fresco, es de gran sencillez. Sin embargo, con la pintura al óleo, el artista abandona la limitada temática religiosa y se complace en mostrar el esplendor de la forma, la luz y el espacio infinito.

El quattrocento

Durante el siglo XV, la Florencia de los Medicis vivió un momento culminante de la pintura.

Fra Angélico represento los primeros esbozos del Renacimiento, de su maestro Fray Lorenzo de Mónaco asimilo el brillante colorido. Toda la temática es religiosa y lo más notable de las obras, frescos y retablos, se encuentran en el convento de San Marcos, en Florencia.

Masaccio represento mucho en la conquista de valores táctiles. Gran parte de sus obras se han perdido, pero aun se pueden admirar los frescos que realizo en la Iglesia del Carmen de Florencia.

Fra Filippo Luppi realizo bellísimas Madonas. A Andrea del Castagno se le deben los frescos del convento de Santa Apolonia, los más monumentales del arte Florentino. En éste artista se nota la influencia del escultor Donatello y del pintor Masaccio. El siglo XVI, señala el apogeo de la pintura renacentista italiana y constituye una de las épocas más brillantes del arte universal. No podía ser de otra manera con la coincidencia en el tiempo y en el espacio de maestros de la talla de Leonardo da Vinci, Miguel Angel, Rafael y Corregio.

Así como Florencia ejerció la homogénea artística en la centuria anterior, ahora es Roma la que irradia al mundo entero el poderoso influjo de estos artistas. Los pintores posteriores se limitaron a seguir las normas trazadas por los grandes maestros.

Solamente Venecia mantuvo un estilo original, basado en el intenso cromatismo y en una pincelada ancha decidida que buscaba llegar a una especie de vibración luminosa de colores.
Hasta cierto punto esta ciudad permaneció al margen de la creación artística de los grandes maestros romanos.

España

Aunque la pintura española de la baja edad media acusa el influjo de las escuelas Sienesa y Florentina, hasta el siglo XVI no puede hablarse de una arte contemporánea renacentista. Algunos pintores españoles viajaron a Italia, mientras que artistas italianos fueron a la Península Ibérica, y este intercambio unido a la influencia de los maestros Flamencos, permitió la divulgación de las nuevas tendencias estéticas.

Portugal

Durante el siglo XVI, Portugal contó con una escuela pictórica que se movió dentro de las normas del arte Flamenco, pero acabo nacionalizándose. Los retratos de la iglesia de San Francisco están firmados por Francisco Enríquez de quien apenas se tiene noticias.

Alemania

En la primera mitad del siglo XVI, Alemania cuenta con varias figuras de primer nivelen la pintura universal. Los artistas trabajan en este país para los burgueses y no para los de la corte, y en el arte del grabado se encuentran abundantes temas civiles para complacer precisamente a esta clase social.

Países Bajos

La influencia italiana también alcanzo a estas tierras, reflejándose en los diversos trabajos de los grandes maestros Flamencos. Avanzando el siglo XVI, como la escuela de brujas había perdido la importancia que tenia, la de Amberes la sustituyó en el lugar que ella ocupaba.

Francia

La pintura Francesa de esta época se caracteriza por la acción de corrientes distintas: La italiana y la flamenca. Aunque en Francia residieron temporalmente Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto, en realidad la influencia italiana se produjo en este país a raíz de la llegada de los manieristas que difundieron el estilo de Parmesano y de Rafael.

Tambien otras artes tuvieron lugar en el renacimiento. Aquí vemos un claro ejemplo con la alquimia durante este periodo temporal:

Durante el renacimiento alquimista se había convertido en químico y alquimia había pasado a ser la ciencia llamada Química. Surgió un nuevo interés por las teorías griegas sobre el tema. Las investigaciones realizadas por los alquimistas de la edad media fueron usadas para fundar las bases de la química moderna. El conocimiento químico se amplió considerablemente y los científicos comenzaron a explicar el universo y sus fenómenos por medio de la química.

Comienzan a aparecer obras qúimicas en el sentido moderno de las palabra. Por otro lado la alquimia alcanza su apogeo, y se asocia cada vez más con la cábala, la magia y la teosofía
Todos los conocimientos químicos desarrollados durante la edad media comenzaron a ser vistos desde otra perspectiva mas científica y se formaron las bases sobre las cuales la química moderna se apoya. Sin embargo muchos químicos aceptaron algunas doctrinas de la época como marco de trabajo lo cual retrasó el desarrollo de la química aunque esta avanzó a grandes pasos durante ésta época.

En el brillante nacimiento de esta ciencia, uno de los primeros genios fue Robert Boyle, quien formuló la ley de los gases que hoy lleva su nombre. En su obra «El Químico Escéptico» (1661), Boyle fue el primero en establecer el criterio moderno por el cual se define un elemento: una sustancia básica puede combinarse con otros elementos para formar compuestos y que por el contrario éstas no pueden descomponerse en una sustancia más simple.

Sin embargo, Boyle conservaba aún cierta perspectiva medieval acerca de la naturaleza de los elementos. Por ejemplo creía que el oro no era un elemento y que podía formarse de algún modo a partir de otros metales. Las mismas ideas compartía su contemporáneo Issac Newton, quien dedicó gran parte de su vida a la alquimia.

Un siglo después de Boyle, los trabajos prácticos realizados por los químicos empezaron a poner de manifiesto que sustancias podían descomponerse en otras más simples y cuales no. Henry Cavendish demostró que el Oxígeno se combina con el hidrógeno para formar el agua, de modo que ésta no podía ser un elemento. Más tarde, Lavoisier descompuso el aire (que se suponía en ese entonces un elemento), en oxígeno y nitrógeno. Se hizo evidente que ninguno de los elementos de los griegos eran tales según el criterio de Boyle.

En cuanto a los elementos de los alquimistas, el mercurio y el azufre resultaron serlo en el sentido de Boyle. También lo eran el hierro, el estaño, el plomo, el cobre, la plata, el oro y otros no metálicos como el fósforo, el carbono y el arsénico. El elemento de Paracelso, la sal, fue descompuesto en dos sustancias más simples.

Desde luego, el que un elemento fuera definido como tal dependía del desarrollo alcanzado por la química en esa época. Mientras una sustancia no pudiera descomponerse usando las técnicas disponibles debía seguir siendo considerada como un elemento. Por ejemplo, la lista de 33 elementos formulada por Lavoisier incluía entre otros, los óxidos de cal y magnesio. Pero catorce años después de la muerte de Lavoisier en la guillotina durante la Revolución Francesa, el químico inglés Humphry Davy, empleando una corriente eléctrica para escindir las sustancias, descompuso la cal en oxígeno y en un nuevo elemento, el calcio; hizo lo mismo con el óxido de magnesio obteniendo oxígeno y un nuevo elemento: el magnesio.

A pesar del gran giro de esta ciencia en el renacimiento, todavía quedaba el gran objetivo de hacer oro en estudio, fenómeno que recien fue desaprovado científicamente en el siglo 19. Al estar basado el poderío de un país en la cantidad de oro que poseía en La metrópolis de la Alquimia, Praga, los emperadores Maximiliano II y Rodolfo II financiaban y entretenían a todos los alquimistas de Europa para mantenerlos en su poder y de poderse hacer oro ellos serían los dueños de éste.

Esto no Era una ventaja para los alquimistas. En 1595 Edward Kelley, alquimista inglés junto con John Dee, famosos astrólogo, alquimista y matemático, perdieron su vida en un intento de escapar de Rudolf II. En 1603 Christian II torturó a Scotsman Alexander Seton quien había viajado por Europa haciendo transmutaciones. La situación era complicada ya que los alquimistas estaban dejando la transmutación o la medicina para convertirse en religiosos y científicos de las teorías griegas.

Entre los libros más influyentes que aparecieron en esa época había trabajos prácticos sobre minería y metalurgia. Esos tratados dedicaban mucho espacio a la extracción de los metales valiosos de las menas, trabajo que requería el uso de una balanza o una escala de laboratorio y el desarrollo de métodos cuantitativos (véase Análisis químico). Los especialistas de otras áreas, especialmente de medicina, empezaron a reconocer la necesidad de una mayor precisión. Los médicos, algunos de los cuales eran alquimistas, necesitaban saber el peso o volumen exacto de la dosis que administraban. Así, empezaron a utilizar métodos químicos para preparar medicinas.

Esos métodos fueron promovidos enérgicamente por el excéntrico médico suizo Theophrastus von Hohenheim, conocido como Paracelso. Al crecer en una región minera se había familiarizado con las propiedades de los metales y sus compuestos, que según él eran superiores a los remedios de hierbas utilizados por los médicos ortodoxos. Paracelso pasó la mayor parte de su vida disputando violentamente con los médicos de la época, y en el proceso fundó la ciencia de la iatroquímica (uso de medicinas químicas), precursora de la farmacología. Él y sus seguidores descubrieron muchos compuestos y reacciones químicas. Modificó la vieja teoría del mercurio-azufre sobre la composición de los metales, añadiendo un tercer componente, la sal, la parte terrestre de todas las sustancias. Declaró que cuando la madera arde «lo que se quema es azufre, lo que se evapora es mercurio y lo que se convierte en cenizas es sal». Al igual que con la teoría del azufre-mercurio, se refería a los principios, no a las sustancias materiales que responden a esos nombres. Su hincapié en el azufre combustible fue importante para el desarrollo posterior de la química. Los iatroquímicos que seguían a Paracelso modificaron parte de sus ideas más extravagantes y combinaron las fórmulas de él con las suyas propias para preparar remedios químicos. A finales del siglo XVI, Andreas Libavius publicó su Alchemia que organizaba el saber de los iatroquímicos y que se considera a menudo como el primer libro de química.

En la primera mitad del siglo XVII empezaron a estudiar experimentalmente las reacciones químicas, no porque fueran útiles en otras disciplinas, sino más bien por razones propias. Jan Baptista van Helmont, médico que dejó la práctica de la medicina para dedicarse al estudio de la química, utilizó la balanza en un experimento para demostrar que una cantidad definida de arena podía ser fundida con un exceso de álcali formando vidrio soluble, y cuando este producto era tratado con ácido, regeneraba la cantidad original de arena (sílice). Esos fueron los fundamentos de la ley de conservación de la masa. Van Helmont demostró también que en ciertas reacciones se liberaba un fluido aéreo. A esta sustancia la llamó gas. Así se demostró que existía un nuevo tipo
de sustancias con propiedades físicas particulares.

En el siglo XVI los experimentos descubrieron cómo crear un vacío, algo que Aristóteles había declarado imposible. Esto atrajo la atención sobre la antigua teoría de Demócrito, que había supuesto que los átomos se movían en un vacío. El filósofo y matemático francés René Descartes y sus seguidores desarrollaron una visión mecánica de la materia en la que el tamaño, la forma y el movimiento de las partículas diminutas explicaban todos los fenómenos observados. La mayoría de los iatroquímicos y filósofos naturales de la época suponían que los gases no tenían propiedades químicas, de aquí que su atención se centrara en su comportamiento físico. Comenzó a desarrollarse una teoría cinético-molecular de los gases. En esta dirección fueron notables los experimentos del químico físico británico Robert Boyle, cuyos estudios sobre el «muelle de aire» (elasticidad) condujeron a lo que se conoce como ley de Boyle, una generalización de la relación invrsa entre la presión y el volumen de los gases.

A finales del renacimiento con el nacimiento de la química moderna, la alquimia se había transformado en una ciencia con objetivos religiosos ocupando su lugar la química moderna que llevaría a cabo descubrimientos sorprendentes durante los siglos 18, 19 y 20.

En la epoca renacentista existieron grandes artistas que brillaron en esa etapa temporal.

Aquí se los destaca:

Rafael

Rafael nació en Urbino el 6 de abril de 1483. El padre, Giovani Santi, era un pintor de buen nivel y un poeta apreciado en la corte de Federico y Guidobaldo di Montefeltro, señores de la ciudad; de la madre, Magia di Battista Ciarla, se sabe que era hija de un comerciante de Urbino, que contrajo matrimonio en 1480, y que murió en 1491, cuando el hijo tenía ocho años.
Fue así como en la noche del Jueves al Viernes Santos de 1483, hacia las tres de la madrugada, Magia dio a luz a un niño, que recibió el nombre de Rafael, el del arcángel de la primavera y de la hermosura.

Rafael creció en el clima refinado y tranquilo de la pequeña ciudad de Urbino, que el duque Federico había querido transformar en una moderna capital, donde confluyeran arquitectos, pintores, literatos y escultores.

Animado por su padre, Rafael comenzó a estudiar el arte de la pintura, ejercitándose en el dibujo y en la perspectiva, esa difícil ciencia cuyos teóricos más capaces se encontraban por entonces en los círculos intelectuales de Urbino. Trabajando en el taller paterno realizó sus primeras experiencias profesionales.

El 7 de octubre de 1491 muere su madre y el 1 de agosto de 1494 su padre, quedando Rafael bajo la tutela de un tío paterno, don Bartolomeo. A sus once años, tras haber perdido a sus padres y sus hermanas, fue confiado a una madrastra que no pareció interesarse por él, ya que se retiró a su familia y luego le promovió un pleito, que aun duraba en el año 1500. Parece que su tutor tampoco quiso complicarse la vida «cargando» con un muchacho que no sabía más que pintarrajear candelabros y que le ponía en las manos un litigio. Simón Ciarla, hermano de su madre, fue el único amigo que Rafael encontró entre sus familiares. No se sabe si su tío Simón le tuvo en su casa o si estuvo algún tiempo con don Bartolomeo.

Hacia 1495, un joven pintor, natural de Urbino, abandonaba el taller de Francisco Francia para volver a su país. Hablamos de Timoteo Viti, un joven que, apenas instalado en Urbino, desempeñó allí un papel semejante al de Leonardo da Vinci cerca de Ludovico el Moro, en Milán: espiritual y hábil para improvisar canciones que acompañaba con el laúd o el violín, pronto se convirtió en el favorito de la corte.

En su casa fue donde Rafael entraría como aprendiz, donde el maestro le albergaba y le daba comida. Pero llegó el momento en que el maestro se vio incapaz de enseñar más a su discípulo, aconsejándole que se marchara a Florencia; pero Rafael era muy joven, su salud muy delicada, y la gran ciudad quedaba lejos.

Pietro Vanucci, llamado el Perugino, uno de los pintores más renombrados de Florencia, había sido llamado a Perugia para pintar la lonja de los agentes de cambio. Perugia no estaba muy lejos de Gubbio, residencia de verano de los Montefeltros, donde también vivía Timoteo Viti. Fue a casa de Perugino donde se envió a Rafael cuando aún no tenía diecisiete años.

Durante su estancia en el taller de Perugino Rafael aprendió ante todo las complejas técnicas pictóricas de finales del XV, desde la preparación de los pigmentos y del soporte, al empleo del óleo, método hacía poco importado de Flandes, que permitía nuevos efectos de transparencia. Al mismo tiempo se ejercita en el dibujo, que constituyó para él el medio de expresión más natural. A través de ese lento y paciente trabajo, el pintor asimila la gracia de Perugino, su capacidad de expresar los sentimientos y también el gusto decorativo de su compañero de taller, Pinturicchio.

Boticelli

Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, alias Sandro BOTTICELLI (Florencia, 1445 – Florencia, 17 de mayo de 1510), nace en el barrio de la Iglesia de Ognissanti en una casa de la calle de Vigna Nuova en la próspera ciudad de Florencia. La infancia de Botticelli, último de cuatro hermanos, transcurre entre las calles de su ciudad y el olor del cuero curtido del taller de su padre, donde al parecer trabajaba de aprendiz y aprendió la técnica del orífice y del dorador.

Sobre el origen del seudónimo artístico bajo el que es conocido Botticelli existen diversas versiones. El primer biógrafo de Botticelli, Giorgio Vasari, afirma que procede del nombre de un compadre suyo, Botticello, con quien aprendió de orífice. Otros estudiosos opinan que el apodo puede derivar de su actividad artística, pues a los orífices y orfebres se les denomina «battigellos», es decir, batidores de oro y plata. La posibilidad más moderna y menos extendida esgrime que el seudónimo procede de su hermano Antonio que desempeñaba la misma profesión. La versión más defendida por la crítica procede del apodo de su hermano mayor, Giovanni, que debido a su gruesa cintura era llamado «botticelli», es decir, «tonelete», extendiéndose más adelante esta denominación a todos los miembros de la familia.

Tras dedicar varios años de su vida a las profesiones de orífice y de dorador, Botticelli decide encaminar sus pasos hacia el mundo de la pintura. Ingresa en 1462 en el taller de Fray Filippo Lippi en Prato, a los dieciséis años. La influencia que ejerce su maestro sobre sus obras más tempranas se deja sentir tanto en el estilo como en el tratamiento pictórico, aunque en poco tiempo se observa una clara evolución personal. De Filippo Lippi no sólo adopta la gama cromática, sino también la gracia de sus figuras, inspiradas en formas de estilo gótico. A lo largo de esta etapa sus pinceles se ocuparán de abordar temas de carácter sagrado, como la Adoración de los Reyes Magos (1465), la primera obra que se le atribuye. En esta composición, de formato alargado, introduce fondos arquitectónicos para acentuar el efecto de la perspectiva, aunque demuestra su inexperiencia tanto en la distribución del espacio como en la desproporción de los personajes. Con motivo del viaje de Lippi a Spoleto, se baraja la posibilidad de que Botticelli abandonase el taller de su maestro y se marchase al de Andrea Verrocchio o bien que ambos abran el suyo propio. En 1469, trabaja en la nueva casa de sus padres situada en la calle Porcellana y colabora en el taller de Verrocchio, y al año siguiente ya tiene uno propio.

En seguida recibe su primer encargo oficial, para el tribunal del Gremio de Mercaderes. Es entonces cuando entra en contacto con Tommaso Sorderini, quien mantenía una buena amistad con los Medici, el cual le encomienda que ejecute La Fortaleza, donde ya se observan ciertos rasgos pictóricos que hablan de una rápida evolución: de la suavidad que definen los colores de sus primeras obras pasa a un cromatismo mucho más rico, al tiempo que acentúa el volumen de sus figuras. Llegados a este punto, la mayor parte de los críticos coinciden en atribuir este cambio a las enseñanzas de Verrocchio, por la delicadeza con la que describe los objetos metálicos, y a Pollaiuolo en la intensidad del dibujo. Después, en 1472, se inscribe como miembro de la Compañía de artistas de San Lucas. Botticelli continúa sus progresos y varios aprendices entran a su taller, entre ellos, el quinceañero Filippino Lippi, hijo de su anterior maestro, el fraile Lippi. La experiencia que va adquiriendo es notable y le permite resolver con gran maestría técnica sus obras. Un ejemplo de ello es cómo aborda la perspectiva en la Adoración de los Magos (1472) en la que gracias a la arquitectura que ampara al excesivo número de personajes, concentrados en la escena, logra salvar el punto de vista de esta composición circular, destinada a ser contemplada desde un lugar de gran altura.

La vida de Botticelli transcurre mayoritariamente en la tumultuosa ciudad de Florencia, capital artística del Quattrocento. Abandona en contadas ocasiones la tierra que le vio nacer y cuando lo hace es por motivos de trabajo. Tras un viaje a Pisa en 1474, Botticelli comienza a trabajar para la familia Medici, relación que se mantendrá durante muchos años. Bajo la protección de estos importantes mecenas, el retrato será uno de los géneros al que mayor tiempo dedique. Uno de los primeros que se le atribuyen es el Retrato de un joven (1474), considerado un autorretrato; esta imagen, pintada al temple sobre una tabla y con un fondo plano, carece de elementos secundarios que sitúen al personaje dentro de un espacio con profundidad. Un año después, utiliza un paisaje de fondo para ubicar el Retrato de hombre con la medalla de Cosme el Viejo, al tiempo que muestra una original forma de introducir al personaje principal en el cuadro: pinta a un joven de medio cuerpo que sostiene una medalla con la efigie de perfil de Cosme I. Uno de los retratos más significativos de esta época, por su carácter alegórico, es el que realiza de Giuliano (1476); situado delante de una ventana entreabierta, muestra la imagen de un hombre sumido en la tristeza y, en el ángulo inferior izquierdo, una tórtola simboliza su castidad tras la muerte de su amada Simonetta. Los rostros de Cosme el Viejo, Lorenzo y Giuliano de Medici vuelven a protagonizar la escena de la Adoración de los Magos (1475), en la que Cosme el Viejo y sus hijos son identificados con los reyes mientras Giuliano aparece en el extremo izquierdo y la figura del pintor estaría situada en el lado derecho. El papel del donante es fundamental en este periodo, pues en todas las obras pagadas por particulares el pintor debía dar a conocer la generosidad de estos personajes, bien con sus retratos o bien reproduciendo el escudo de armas de la familia.

Entrando en la década de 1480 y antes de su marcha a Roma, Botticelli decora la Iglesia de Ognissanti en Florencia con la figura de San Agustín (1480) por encargo de los Vespucci, una poderosa familia de burgueses florentina, y realiza también la Anunciación (1481) en el Hospital de San Martino della Scala. A lo largo de esta la década de los ochenta, el artista ilustra con diecinueve ilustraciones sobre pergamino una edición de La Divina Comedia de Dante, comentada por Landino, obra reeditada por los erúditos de la época pertenecientes a la Academia, que ven un carácter neoplatónico del que son partícipes en los versos de Dante. Su fama y éxito profesional van en aumento hasta el punto de que Botticelli es escogido por el Papa Sixto IV para ir a Roma con una comitiva de pintores encargada de ejecutar los frescos de la Capilla Sixtina. Ghirlandaio y Perugino, primero, y más tarde Piero di Cósimo, Signorelli y Pinturicchio fueron los artistas que junto con el florentino formaron tan excepcional séquito, acabando la decoración de la capilla en 1482. A Botticelli le corresponde poner en escena los episodios de Las Pruebas de Moisés, Las Tentaciones de Cristo y La Conturbación de Moisés. Fuentes de la época indican que ni él ni Ghirlandaio cobraron sus honorarios, por lo que las obras quedaron inconclusas. Una vez terminados estos frescos, el artista regresa a su Florencia natal, donde sus protectores, los Medici, le encargan en 1483 que decore las paredes de la villa de Lorenzo el Magnífico, situada en Spedaletto, localidad cercana a Volterra, trabajo que es ejecutado, de nuevo, junto con Perugino y Ghirlandaio y el joven Filippino Lippi. Botticelli también decorará la villa de Trebbio de Pierfrancesco de Medici en 1496. A su regreso a Florencia en 1482 su prestigio aumenta de forma notable, de manera que tiene que hacer frente a numerosos encargos. A esta década pertenece el grueso de su producción profana, como las pinturas sobre tabla del Decamerón de Bocaccio. Minerva dominando al centauro ( 1482), Venus y Marte (1483) y el Nacimiento de Venus (ap. 1485) serán tres de los cuadros más importantes que realiza en este periodo por encargo de Lorenzo Pierfrancesco, y que se piensa que acompañaban a La Primavera.

La situación política se complica en Florencia. El fraile dominico Girolamo Savonarola llega a la ciudad en 1482, afectando en sumo grado a toda la sociedad toscana. Savonarola predica contra las obras de arte que sólo buscan el placer de los sentidos y propugna por la utilización del arte como medio para mostrar la grandeza y belleza divina de Cristo. Los Medici son expulsados de Florencia en 1494 y el poder del dominico se extiende cada vez con más fuerza por toda la región de la Toscana. La influencia del fraile preocupa al Papa, quien lo excomulga, y un año después, en 1498, Savonarola es quemado en la hoguera. Aunque Botticelli no era uno de sus seguidores, sus sermones influyeron no poco en su forma de pensar. De hecho, cuando en 1497 arden en Florencia las llamadas Hogueras de las Vanidades, a las que los seguidores de Savonarola arrojaron obras de arte, artículos de lujo y toda muestra de fastuosidad que les pareciera contraria a su moral, parece ser que el pintor también entregó a las llamas algunos de sus cuadros. En estos días, además, se produce, debido a la fuerte influencia savonaroliana, un aumento importante de encargos de carácter religioso en detrimento de la obra profana. Así, pone ahora Botticelli sus pinceles al servicio de la concepción del arte que predicaba Savonarola, tratando en sus obras el tema religioso y abandonando su naturalismo y fastuosidad en favor del contenido del cuadro y la humildad y sencillez de las formas. En esta época, la actividad pictórica de Botticelli sufre algunos altibajos, pues, al margen de la situación política en Florencia, cada vez más revuelta.