Ensayo Culturas de Mercado

Ensayo Sociocultural que presenta la realidad que viven muchas mujeres indigenas que habitan en la novena region de la Araucania, Chile y, los esfuerzos diarios que tienen que hacer para sobrevivir, en un mundo globalizado.

ESFUERZO Y PERSEVERANCIA… UNA LECCIÓN DE VIDA

“Amistad, trabajo y educación, esperanzas: de una mujer feriante”

Nuestro mundo crece a pasos agigantados y vemos como cada día la globalización nos invade más y más. Pero en este apresurado transitar hacemos un alto para adentrarnos en un submundo que muchas veces lo vemos ajeno y distante, pero si lo analizamos podemos darnos cuenta de que está mas cerca de lo que creemos y es parte de nuestra realidad social, por lo tanto, se hace imposible segarnos a esta realidad.

Luego de leer el texto” Cultura de Mercado, Rutinas de Vida”, fue posible tener un acercamiento aún mayor de la realidad que se viven la Feria Aníbal Pinto de la ciudad de Temuco, pudiendo acercarnos a su contexto y su que hacer diario, conociendo testimonios de vida, relatos y vivencias de su trabajo cotidiano, dentro de los cuales tienen todos sesgos en común, como por ejemplo, el esfuerzo y la cooperación y por sobre todo las ganas de salir adelante y surgir.

La focalización principal de este texto, se basa, en la realización de un riguroso trabajo de campo, identificando y entrevistando a distintos actores referenciales de este mercado urbano, para así, llegar a acercarnos más a la dinámica de trabajo que caracteriza la feria, para de esta forma, conocer como las personas que en ella trabajan logran organizarse y formar importantes vínculos.

Es en este contexto, donde llegamos a conocer la historia de Luisa Llanquin, quien remeció nuestro pensamiento, al dejarnos conocer su cruda realidad de vida, y el esfuerzo que cada día pone por salir adelante junto a sus hijos y su marido Juan. Esta mujer es propietaria de un puesto en la feria Aníbal Pinto, y día a día trabaja en este lugar, siendo ésta una de las principales fuentes de ingreso económico en el hogar. Luisa es una de las tantas mujeres que lucha por hacer mas permeable el mercado laboral, y por integrarse a el, ya que sabe que es la única forma en que ella y su familia tendrán un mejor pasar y podrán
dar a sus hijos un futuro mas estable y optimo.

Basándonos en Bengoa (1991), podemos ver como en Luisa se repite el patrón cultural que conocemos desde hace siglos atrás, donde como bien nos dice este autor, en el pueblo mapuche la división del trabajo estaba segmentada por una diferencia sexual y de aptitudes y/o habilidades, y donde la economía y el trabajo estaban basados en un sistema familiar; es así como Luisa Llanquin a seguido este patrón quizás sin asumirlo como tal, siendo parte ella de la estructura económica de su familia.

Gracias a la venta de verduras y hortalizas que esta mujer realiza diariamente, ella reconoce que son lo que le han permitido llevar el sustento a su hogar durante estos últimos veintiún años, y que gracias a esto sus hijos se están educando, por lo tanto, gran parte de su vida la ha dedicado a esto y también es lo que le ha permitido alcanzar la mayoría de los logros que hasta hoy ha conseguido; para lo cual ha debido trabajar arduamente, sorteando las dificultades que el medio le impone y que la sociedad también, entre esas la discriminación de las que son victimas las mujeres, y en forma aun mayor al ser estas mapuches, lo cual se vuelve en un obstáculo más en el diario vivir.

Otro punto que cabe destacar aquí, son los vínculos de amistad que se forma y consolidad en este centro urbano de trabajo, la gran cantidad de personas que se emplea en este lugar lo ha hecho durante largos años y su vida gira en torno a esta, por lo tanto, su circulo de amistad también lo han conseguido en este lugar, son sus historias de vida, sus metas y proyecciones las que comparten, creando de esta forma vínculos indisolubles de amistad, donde la confianza prima y se transforma en algo indispensable, dentro de la rutina diaria de trabajo, ya que por ejemplo son estos amigos y muchas veces “vecinos de puesto”, los que apoyan y ayudan en el desarrollo de la actividad diaria, cuidando y ayudándose mutuamente, cuando alguien lo requiera.

Es común ver también en este lugar, que los vínculos de amistad traspasan estas fronteras, llegando a formarse lazos amorosos, de esta forma la Feria Pinto ha sido testigo de la conformación de diversas familias, que se han conocido en este lugar y que han disidido unir sus vidas y continuar luchando en conjunto por un mejor venir. Tal es el caso de la familia Rodríguez Llanquin, quienes se conocieron en este lugar y han conformado una familia, con tres hijas, de la cual la señora Luisa se encuentra orgullosa, ya que sabe que todo lo que han logrado es fruto de años de esfuerzo y sacrificio, como lo expresa el texto de esta forma: “Las dos décadas que Luisa lleva trabajando en la Feria le parecen muchos años. Siente que “su vida” la ha realizado en este lugar, donde conoció a su marido, formó su familia, crió a sus hijos y ha ganado el dinero suficiente para educarlos, adquirir una vivienda y la camioneta que le permite trabajar en forma digna. Es con las mujeres y hombres que “habitan” en la Feria – personas que también han hecho su vida aquí – con quienes ha establecido verdadera amistad, relacionándose en una suerte de ayuda mutua – constante – que le ha posibilitado trabajar con tranquilidad…” (Davinson y Ketterer, 2006: 57)

Si pensamos en el futuro de estos feriantes, es incierto lo que podemos vislumbrar, ya que cada día los años pesan más en ellos y el desgaste es notorio, las extensas jornadas de trabajo y el agotador día a día, han dejado sus marcas y el trabajo cada día se torna mas pesado, la vitalidad ya no es la misma que hace veinte años atrás, pero las necesidades continúan, y aun el futuro es inseguro, ya que el mercado laboral cada día es más amplio y competitivo, producto de la expansión del mercado y las grandes industria que solo hacen que las ventas disminuyan, lo cual no permite que estas familias puedan ahorrar para los años próximos, dejándolos en la incertidumbre de sus vidas en la vejes, ya que no cuentan con ningún sistema provisional y el Estado no contribuye a la seguridad económica de los años venideros de estas esforzadas y humildes personas de nuestra tierra, dejándolas en una suerte de desamparo y vacilación.

“… Como se deduce, esta mujer nunca dejará de trabajar, está obligada a ello pues en sus años de trabajo productivo no ha podido generar un fondo de cotizaciones necesarias para obtener una pensión que le permita abordar con mayor tranquilidad su vejez. Ella es parte del sector de la economía que, entre otras de sus características, presagia variados infortunios a quienes se desenvuelven productivamente en él, en tanto la mayor parte de estos trabajadores tanto hombres como mujeres tienen imposibilidad de tener acceso a previsión social o estar protegidos por la legislación laboral (Salazar en (Davinson y Ketterer, 2006: 58).

Luego de estas diversas reflexiones y posterior a la lectura y análisis del texto “Culturas de Mercado, Rutinas de Vida”, se nos hace mas impetuoso el pensar en como el sistema capitalista en conjunto con la globalización hacen que estas personas se deban ir adaptando a los modelos impuestos e imperantes en la sociedad actual. Esta realidad pasa invisible ante sus ojos, pero a lo largo de los años ellos se han debido adaptar a esta, como una forma de subsistencia en este agitado mundo. Pero ¿que hace el Estado por que ellos puedan mantener su cultura y su propia identidad frente a esta situación?…

Podemos concluir que mientras hombres y mujeres luchan por ganarse el sustento diario, su vida pasa y no logran una estabilidad, se esfuerzan por una mejor vida, pero no es mucho lo que consiguen, ya que las limitantes que la sociedad y el sistema imperante presentan, son mayores que las posibilidades existentes. Sin embargo, una de las lecciones de vida que de estos testimonios podemos obtener, es que mediante el esfuerzo y la perseverancia, las esperanzas no se perderán, y que hay cosas que traspasan y trascienden mas allá de lo económico, como por ejemplo el valor que tiene la amistad y el amor entre las personas que se desempeñan en este inhóspito e ingrato mundo laboral, por lo tanto, la esperanza que se mantiene entre ellos es que sus generaciones venideras tengan un mejor futuro y que se abran los ojos de la sociedad, para que de esta forma sepamos valorar al que esta a nuestro lado, el cual cumple una función tan importante en nuestro cotidiano, que pasa inadvertida para nosotros, pero que si pensamos un poco más podremos obtener grandes ejemplos de vida, y nos harán crecer como persona y ser mejores cada día, valorando al que esta a nuestro lado y no discriminando a la gente de nuestra tierra, sino que por el contrario realzando la importante labor que hacen a nuestra sociedad.