Agricultura en Chile antes de la Reforma Agraria

Los magros resultados obtenidos por los agricultores chilenos durante el periodo 1930 – 1958 sentaron las condiciones para que los partidos de centro y de izquierda establecieran sendas críticas a las formas en que se desarrollaba la agricultura en Chile. Las mayores críticas señalaban las deficiencias de la agricultura, en especial el retraso en el ámbito tecnológico, y la incapacidad de este sector para satisfacer las demandas y necesidades de una sociedad que estaba en un proceso de modernización industrial y de urbanización.

Para la década de 1930 sólo un 25% de las tierras cultivables de Chile eran utilizadas en labores agrícolas; el resto de la tierra se ocupaba en la producción de pasto para el ganado o permanecía simplemente en barbecho o en desuso. Más aún, desde una perspectiva técnica la agricultura chilena se hallaba en una clara desventaja tecnológica respecto de economías más desarrolladas, una situación que redundaba en una utilización intensiva de la mano de obra campesina, que sólo se veía complementada con la presencia de un escaso número de tractores introducidos en Chile durante la década de 1920 bajo el primer gobierno de Ibáñez.

Entre los años 1935 y 1945 el volumen de la producción agrícola continúo siendo decepcionante y sus cifras descendían en forma progresiva, lo que empeoraba el déficit comercial agrícola; de la misma forma, los precios de los productos agrícolas se mantenían elevados a pesar de los intentos de los agricultores para que el gobierno subsidiara el alza de precios generado por la escasez de producción y sus demandas por la fijación de precios.

Uno de los principales factores que contribuían al estancamiento de la agricultura chilena era el sistema de tenencia de la tierra. Para el año 1939, sólo un pequeño grupo de propietarios que componían el 1% de los agricultores, poseía más del 65% de las tierras cultivables del país; mientras que el 47% de los terrenos agrícolas estaba compuesto por pequeñas porciones de menos de 5 hectáreas, un hecho que aumentaba trágicamente las paupérrimas condiciones de vida los campesinos chilenos.

Como señalamos más arriba, otro factor que colaboraba para el fracaso de la agricultura chilena era su evidente retraso tecnológico respecto de las economías industrializadas. Las inversiones públicas en el sector agrícola sirvieron para reforzar esta situación, puesto que la extensión de las líneas férreas y la construcción de numerosas obras de regadío sirvieron para fortalecer el papel de los terratenientes, quienes vieron así consolidar la agricultura de riego y el modo de producción hacendal enraizado en la zona central de Chile.

No obstante, las inversiones realizadas en la agricultura de regadío no fueron complementadas con una correspondiente inversión en trasferencia y desarrollo de tecnologías agrícolas por parte de los productores nacionales, quienes decidieron continuar la explotación de sus tierras con métodos rústicos y atrasados que colaboraron con el estancamiento del sector productivo que analizamos.

Uno de los índices que mejor ilustran la situación descrita es la casi nula transformación de la oferta del campo chileno, ya que los productos cerealeros continuaron siendo los más cultivados manteniendo la misma oferta que el campo chileno había ofrecido por más de un siglo; por otro lado, los modos de organización de la fuerza de trabajo campesina también correspondían a los utilizados en los comienzos de la vida republicana en nuestro país.