Avances Durante la República Autoritaria

El crecimiento que experimentó la economía de Chile trajo consigo un conjunto de innovaciones de carácter técnico, las que estaban en directa relación con el desarrollo de las principales actividades económicas de la época: la minería y la agricultura.

De hecho, el primer ferrocarril que existió en Chile se construyó en 1851 y su trazado unió las zonas de mineras de Copiapó con las instalaciones portuarias de Caldera. Pocos años después, en 1859, se inició el funcionamiento de la línea ferroviaria entre Rancagua y Santiago, la que posteriormente se extendería al sur del territorio nacional. En 1863, las importantes ciudades de Valparaíso (en la práctica el centro económico) y Santiago (centro administrativo) quedaron unidas mediante la línea férrea. En este mismo periodo se inició el servicio de navegación a vapor que conectaba a los puertos de Valparaíso y El Callao.

En el aspecto urbano, la ciudad que mayor desarrollo logró en obras públicas fue Santiago, lugar en donde en el año 1856 se implementó el alumbrado público a gas, y al año siguiente se introdujo el sistema de tranvías.

Esta serie de adelantos técnicos fue acompañada de una política estatal que tenía como objetivo desarrollar un sentido de identidad nacional. Con los recursos provenientes de los ingresos aduaneros, el Estado chileno financió la presencia y el trabajo en Chile de un grupo de científicos e intelectuales europeos, como por ejemplo Claudio Gay, Ignacio Domeyko, Rodolfo Philippi, Amado Pissis, Lorenzo Sazié, o Guillermo Blest.

Las políticas públicas, además, fomentaron el establecimiento de un conjunto de entidades de difusión cultural como la Universidad de Chile o la Escuela Normal de Preceptores, ambas fundadas en el año 1842, o la Academia de Pintura (1849) que en un comienzo fue dirigida por el pintor italiano Alejandro Cicarelli. Además, en este periodo se crearon el Museo Nacional, el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela de Arquitectura, la Escuela de Artes y Oficios y la Sociedad Literaria de Santiago.

En el campo de las Humanidades, especialmente en lo que respecta a la educación, se destacaron los ciudadanos argentinos Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi y Bartolomé Mitre; curiosamente, estos tres personajes jugaron importantes roles en la historia republicana de Argentina.

En la literatura se produjo un fecundo movimiento de escritores de tendencia liberal que se conoció como la “Generación de 1942”, y que cuenta entres sus principales exponentes a José Victorino Lastarria, Alberto Blest Gana, José Joaquín Vallejos, Miguel Luís y Gregorio Víctor Amunateguí y Diego Barros Arana (estos tres últimos destacaron en el campo específico de la historia). Mención aparte merece el caso de Francisco Bilbao, quién a través de la publicación de su obra “Sociabilidad Chilena” provocó un gran revuelo al explicitar los planteamientos de la Sociedad de la Igualdad, y generó que la imprenta que editó el texto procediera a retirarlo de circulación y a quemar los ejemplares recuperados.

De todos los extranjeros que contribuyeron al desarrollo cultural de Chile fue el venezolano Andrés Bello, quién es considerado uno de los humanistas más importantes de América durante el siglo XIX. Este intelectual caraqueño se desempeño en diversos ámbitos del saber como la literatura, la gramática, la historia, el derecho y la filosofía, entre otros. Andrés Bello fue el primer rector de la Universidad de Chile, además de senador de la República y redactó el Código Civil de Chile. Sus contribuciones al desarrollo de nuestro país le ameritaron la concesión por gracia de la nacionalidad chilena.