Chile en la Segunda Guerra Mundial

Tras un largo debate Chile decidió en 1943 terminar con su neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. Las fuertes presiones de Estados Unidos llevaron a la declaración de guerra a Japón.

Después de la Primera Guerra Mundial la economía chilena se había hecho completamente dependiente de Estados Unidos. Se habían además contraído créditos con bancos de esa nación. En 1931 Chile decidió no pagar esa deuda, iniciándose un proceso de negociaciones, que en 1937 tenía como protagonista al Ministro de Hacienda Gustavo Ross. Paralelamente Chile reabrió el comercio con Alemania, suscribiendo acuerdos en 1936. El gobierno de Estados Unidos manifestó su contrariedad por esa política comercial, presionando para que se terminase. Para frenar a los alemanes, Estados Unidos facilitó el intercambio comercial. Esto nos favoreció económicamente, pero de nuevo nos hizo dependientes de Estados Unidos.

En Chile vivían unos 35 mil alemanes, la mayoría de ellos influyentes en sus pueblos y ciudades. A pesar de que la Alemania Nazi intentó influir en ellos a través de las escuelas alemanas, lo cierto es que más allá de desarrollar un nacionalismo y un anticomunismo, en ningún caso significó volverse en contra del Estado chileno.

Al iniciarse la guerra en Europa —y Estados Unidos apoyar a Gran Bretaña—, en Chile se iniciaba el gobierno del frente popular, que ideológicamente se acercaba más al comunismo que al capitalismo estadounidense.  Ocurre entonces el terremoto de 1939, y Chile necesita urgente recursos para la reconstrucción y para echar a andar el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones. En Estados Unidos deciden ayudar a Chile y evitar que otra potencia interviniera en el asunto, alejando así a Alemania.

El gobierno de Pedro Aguirre decidió mantener neutral a Chile en el conflicto en ese momento esencialmente europeo; dedicando sus esfuerzos a mantener abastecido el mercado interno, y decretando normas especiales respecto de la navegación por aguas chilenas de naves de los países en guerra. Las presiones diplomáticas de Estados Unidos se hicieron más fuertes para que Chile –al igual que el resto de latinoamérica— rompiera relaciones con Alemania, Italia y Japón, las llamadas «potencias del eje». Incluso acusa a Chile de permitir que operaran funcionarios nazis en territorio chileno.

A fines de 1941 Japón fue atacado por Estados Unidos, ingresando este a luchar efectivamente en la guerra, tanto en el Oceáno Pacífico como en Europa. Nuevamente surgen presiones hacia Chile. Éstas iban desde decir si Chile hubiese sido el atacado Estados Unidos lo defendería, hasta a hacer referencias a posibles cierres de intercambio comercial.

En 1942, ya gobernando Juan Ríos Morales, se descubre una organización de espionaje nazi funcionando en Valparaíso. El gobierno declaró fuera de la ley esas actividades. La tendencia fue entonces aceptar la petición de Estados Unidos y romper con las potencias del Eje. Hubo un largo debate a nivel parlamentario y en la prensa. El principal obstáculo era la posibilidad de tener que enviar tropas a combatir, como lo había hecho Brasil, pero una vez descartado eso se tomó la decisión. Ya es 1943, Chile rompe relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón. El país pasa por la crisis de suministros de la guerra. Escasea el petróleo, el cual debió racionarse para ser usado en los servicios de emergencia. En varios pueblos fueron vistos automóviles tirados por caballos. Chile hizo su aporte a la guerra rebajando los impuestos por las ventas del cobre, a cambio recibía la ayuda para industrializarse.

Estado de guerra.

Uno de los escenarios de la II Guerra Mundial fue el Oceáno Pacífico, muy lejos de Chile, pero en línea de navegación directa. Por lo tanto, la Armada de Chile tomó los resguardos necesarios. No era tarea fácil, pues la flota naval chilena no tenía armamento antiaéreo, ni antisubmarino. Además, su mayor buque estaba en reparaciones. Tuvo que organizar una vigilancia costera, que dadas las dimensiones del océano necesitó del arriendo de buques privados, incluso balleneros. Los puertos de Tocopilla, Antofagasta, Chañaral y San Antonio (por donde salía el valioso cobre) fueron reforzados con artillería.

Chilenos combatientes.

Oficialmente Chile no envió tropas a combatir, pero si miles de chilenos fueron a luchar por la patria de sus padres o abuelos, o simplemente por residir en esos países. Lo hicieron tanto por el lado oficial, de los aliados con Estados Unidos, como por las rivales fuerzas del Eje. Unos 80 chilenos descendientes de franceses se enrolaron para luchar en Europa contra los alemanes. Destaca entre ellos una mujer piloto de 19 años, Margot Duhalde, que 1941 con la autorización de sus padres, se unió a la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña. En el otro lado del frente, Peter Hansen llegó a ser oficial de la Walfen-SS nazi, con el rango de general. También contra los soviéticos hubo chilenos, destacando Günter Riemberg, en la batalla de Stalingrado. Por los japoneses luchó el piloto Gonzalo Jaramillo, quien desde 1935 vivía en Japón. Y en contra de Japón, estuvo Edgar Romero, uno de los tantos latinos que lucharon en Iwo Jima.

Declaración de Guerra.

El 12 de abril de 1945 Chile le declara la guerra a Japón. Aunque parece muy tardía, debe recordarse que no se proyectaba un pronto término del conflicto en el Océano Pacífico. El gobierno ordenó a los 14 residentes japoneses que había en Chile a ser llevados a un campo de concentración. Este se ubicó en una zona campesina de la zona central. Más allá de la prohibición de salir, el trato fue más que cordial. En septiembre Japón se rindió incondicionalmente.