Hippismo chileno y otros movimientos juveniles

En los años 60 la juventud en Chile y en el mundo se rebela en contra de lo establecido, especialmente quiere acabar las relaciones jerárquicas de adultos sobre adolescentes.

En Chile la contracultura tuvo unos pocos rasgos originales y muchos basados en los movimientos contestatarios de otros países, tales como Estados Unidos, México y Francia. No fueron una copia idéntica, si no que más bien adaptaciones, que en muchos casos la convirtieron en caricaturas del original.

Las ideas que llegaron desde el mundo.

Desde Estados Unidos llegó el movimiento Universitario de Berkeley, el cual denunciaba el racismo en la admisión de estudiantes. Esa idea se enfocaba en que eran las autoridades universitarias, muy cerradas de mente, las culpables de esa situación. Las protestas se radicalizaron en 1964, pero no lograron grandes cambios.

También desde Estados Unidos llegó el Movimiento Hippie. Se desarrolló entre 1965 y 1975. Su fundamento era el rompimiento con la familia, el acercamiento a la verdad existencial a través de drogas alucinógenas y la libertad sexual. Sus ideales  eran la armonía con el medio ambiente, la vida campesina y el rechazo al consumismo, y en consecuencia al capitalismo.

Desde México llegó la protesta contra el poder político, por considerarlo corrupto y antidemocrático. En 1968 el movimiento se concretizó en una gran protesta de obreros y estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. La fuerte represión policial provocó la muerte de más de 300 estudiantes.

Desde Francia llegó la gran protesta juvenil. Empezó con la idea de sacar del poder a Charles De Gaulle, pero, los jóvenes ampliaron sus exigencias a cambios estructurales en la sociedad. «Prohibido prohibir», y «la imaginación al poder» fueron frases escritas en el grafiti callejero. A pesar de su inicial fuerza el movimiento se fue disolviendo lentamente.

Los jovenes chilenos de los 60/70

En Chile el movimiento universitario fue movido por la élite de estudiantes que lo componían. Sus ideas iban desde las reformas a las materias que se enseñaban, hasta el poder participar en las decisiones de rectoría, lo que se conoce como el «cogobierno».  En 1967 las tomas de recintos universitarios, como en Berkeley, comenzaron en la Universidad Católica, tanto en Valparaíso como en Santiago. Para 1968 se le habían sumado a los paros, protestas callejeras y tomas, la Universidad Técnica del Estado, la Universidad Federico Santa María, la Universidad de Concepción y la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile. Sus protestas provocaron las caida del rector de la Universidad Católica, cambios curriculares y en los procesos de admisión. En cuanto al cogobierno éste fue logrado en la Universidad de Chile y en la de Concepción, pero esto duraría solo hasta 1973 cuando el gobierno militar realize su golpe de estado. Los jóvenes universitarios se sintieron protagonistas de la historia, pues estaban rompiendo con antiguas estructuras jerárquicas.

El 11 de agosto de 1968 se produce la toma de la Catedral de Santiago.  Los ocupantes eran la llamada “Iglesia Joven”, que más que corresponder a un rango de edad, se relaciona con sacerdotes de las parroquias de la periferia de Santiago, que junto con muchos laicos católicos deciden hacerse presente en el lugar más simbólico de la Iglesia Católica. Su idea es que se apliquen en Chile las reformas respecto a la especial preocupación por los pobres y la vida en sencillez, que la Iglesia debía tener.  El diario El Mercurio de Santiago publicó que se trataba de comunistas extremistas antirreligiosos. Los ocupantes desplegaron un gran lienzo en el frontis de la Catedral que decía “El Mercurio miente”. El diario más antiguo de Chile nunca ha logrado recuperar su antigua credibilidad.

Paralelamente, alrededor de 1970, un mundo juvenil se desarrollaba alejado del debate universitario. Sin embargo, estaba claramente influenciado por la moda que provenía de Estados Unidos. El hippismo chileno se inspiraba en las películas y artistas de Estados Unidos, pero sin asimilar su fondo ideológico. Se escuchaba música rock ácido y sicodélico, se consumía marihuana, había un cierto grado de libertad sexual, mayor que antes, pero todavía muy restrictivo, las adolescentes usaban minifalda. Luego, los jovenes, vistiendo de múltiples colores y pelo largo, se iban a la casa de sus padres. La gran mayoría de los hippies chilenos actuaron de esa manera. Solo una minoría emigró a lugares apartados, como la caleta Horcones, donde vivieron realmente como sus coetaneos de Estados Unidos.