La agricultura del siglo XIX en Chile

El auge de la agricultura en el siglo XIX llevó a la construcción de ferrocarriles, la compra de vapores y la creación de bancos. Sin embargo, su éxito no se proyectó en el tiempo.

Una de las principales dificultades para expandir la actividad agrícola en Chile era como transportar a otros países lo cosechado desde la tierra. Los habitantes en Chile según el Censo de 1835 eran un millón 103 mil habitantes, que demandaban una baja cantidad de alimentos la cual era completamente satisfecha por la todavía colonial agricultura de esos años.  Ese mismo año se funda la Compañía Inglesa de Vapores, a cargo de William Wheelright con apenas cuatro pequeños vapores que cubrían la ruta Valparaíso a Panamá. En 1860 se logró aumentar la flota lo suficiente como para tener una frecuencia semanal en la ruta Valparaíso a Callao (Perú), pero no es hasta 1873 cuando con 33 vapores propios la compañía da el salto al transportar desde Valparaíso a Liverpool (Imperio Británico). Sin embargo, la necesidad de transportar mucho más dio el espacio para la creación de otras compañías como la Sudamericana de Vapores, que aunque pequeñas lograron que la agricultura de Chile tuviera compradores en todo el mundo.

En cuanto al transporte terrestre la necesidad de unir a Valparaíso con Santiago y las ciudades del sur se empezó a materializar en 1853 con el tendido del ferrocarril de Valparaíso a  Quillota. Recién 1863 los rieles llegarían a Santiago. En 1855  se iniciaron las obras del ferrocarril al sur, gran zona agrícola. En 1866 los rieles llegaban a Curicó;  los frutos secos y el trigo, que eran requeridos en lejanos países podían llegar rápidamente al puerto de embarque. El ferrocarril debido a los grandes volúmenes que transporta hizo disminuir los precios del flete a menos de un octavo del sistema antiguo: usar mulas que recorrían unos 25 a 30 kilómetros por día. Toda la inversión era muy alta, y muchos agricultores debieron recurrir a los créditos de los recién creados bancos, el de Valparaíso en 1856 y el de Chile en 1865.  Los intereses eran muy altos, debiendo a veces pagarse un 70% anual.

Los molineros se vieron afectados gravemente en sus intereses debido a los ferrocarriles y los bancos. El sistema antiguo consistía en que el molinero compraba el trigo antes de la cosecha, era en el fondo un prestamista. Esa compra era a un precio muy bajo, que debía ser aceptado por el agricultor ya que vender su cosecha en lugares lejanos era en la práctica algo casi imposible.

En 1848 se despacharon los primeros cargamentos de trigo, harina, porotos y otros productos a California, obteniendo un resultado tan bueno, que rápidamente subió en el país la demanda, y en consecuencia, también los precios, en más de un ciento por ciento. A ese mercado pronto se les agregarían Australia y en menor medida Europa. Los agricultores aumentaron sus siembras, haciendo quemas y saneando los mejores terrenos de sus fundos, construyendo canales de regadío y otras obras indispensables para su conveniente explotación.

La mayor renta que produjeron desde entonces las haciendas aumentó considerablemente el valor de la propiedad, al mismo tiempo que la fundación de la Caja Hipotecaria dio a los agricultores mayores facilidades para obtener capitales. Lo malo de esto fue que el aumento de la rentabilidad del suelo provocó un cambio en las costumbres y hábitos de la mayoría de los agricultores, que se instalaron a vivir en las grandes ciudades, donde una vida lujosa los llevó a no reinvertir en mejorar aún más la industria agrícola.

Hacia 1870 se sentía la necesidad de reemplazar el trabajo humano por máquinas. Esto no solo era por la rapidez del trabajo, si no que por la fuerte emigración de campesinos hacia otras actividades, como por ejemplo la construcción de ferrocarriles. La rotación de cultivos, y no el simplemente dejar terrenos sin explotar, fue un lento proceso que se vio aún más relentado cuando los grandes mercados compradores como California y Australia fueron surtiendo ellos mismos sus necesidades. No tuvo sentido comprar demasiadas máquinas pues las ventas se fueron enfocando hacia un mercado interno, que se vio en 50 años duplicado debido al aumento en la cantidad de habitantes. La agricultura chilena se estancó.