Las leyes laicas

Durante el siglo XIX los liberales debatieron con los conservadores la separación de la Iglesia y el Estado. El camino para ello fueron las leyes laicas, que quitaron poder a la Iglesia Católica.

De acuerdo a la Constitución Política de Chile de 1833 la nación tenía una sola religión oficial: la Católica Apostólica Romana. Esto coincide con el pensamiento de la mayoría de la población que efectivamente profesaba esa religión, pero dejaba marginado a quienes tenían otras creencias. Entre estas creencias estaba la Masonería, grupo religioso original de Francia que influyó fuertemente en la sociedad  a través de su participación en el desarrollo de la educación chilena. En 1851 se produce el primer intento revolucionario liberal, en contra del presidente Manuel Bulnes, y aunque fue sofocado, de todos modos logró dar a conocer las nuevas ideas.

El Estado, por su parte, tenía un privilegio que no quería perder, éste era el nombramiento de los Obispos de la Iglesia, autoridades muy terrenales que podían favorecer ampliamente al gobierno en ejercicio. Los liberales buscaban establecer un Estado Laico, es decir sin religión oficial, en que los temas tales como el matrimonio estuviesen regulados por las leyes de la República y no por un Sacramento religioso.

En 1865 fue la primera reforma liberal en contra de la Iglesia Católica. Se estableció que si bien seguía siendo la Católica la religión oficial del Estado, quedaba permitido el culto religioso de cualquier creencia en lugares privados, incluyendo las escuelas mantenidas por gente de esas religiones no católicas. A esto se sumó en 1871 una norma que obligó a los cementerios públicos a enterrar a los no católicos en espacios debidamente separados por una reja.

En 1878 y 1882 fue propuesto como Obispo a una persona liberal, que además se presumía que era masón, de nombre Francisco de Padua Taforó. La negativa desde Roma para aceptar la propuesta quedó de manifiesto cuando fue enviado a Chile un embajador especial, de nombre Celestino del Frate. El enviado Papal fue bienvenido por el Presidente chileno Domingo Santa María, pero al no llegar a acuerdo el Presidente se enojó muchísimo. Le devolvió sus cartas credenciales, y lo deportó hacia Roma. A su vez informó al embajador chileno en Roma, Alberto Blest Gana,  que quedaban rotas las relaciones diplomáticas.

Con la mayoría parlamentaria obtenida por los liberales en 1882, fueron presentados los proyectos, y rápidamente aprobados, respecto de las leyes laicas. Éstas son las leyes aprobadas en 1883 y 1884:

  • Ley de Cementerios Laicos: complementó lo establecido en 1871. Esta vez quedaron prohibidas las rejas que separaban a católicos y no católicos en los cementerios públicos. No podrá hacerse diferencia alguna entre los difuntos de los diferentes credos religiosos. Los cementerios confesionales, de una religión determinada, mantuvieron el privilegio de seleccionar a sus difuntos.
  • Ley de Matrimonio Civil: para todos los efectos legales, por ejemplo legitimidad de la descendencia, herencia y administración de bienes, sólo existirá el matrimonio establecido por un contrato firmado ante testigos y un representante del Estado. En ese tiempo, de acuerdo al Código Civil, habían hijos de tres categorías: hijos legítimos (nacidos con padres casados), hijos legitimados (nacidos con padres que se casaron después del alumbramiento), e hijos naturales (nacidos con padres solteros o no casados entre ellos); categorías las cuales daban lugar a diferentes grados de herencia, y para todo ello el matrimonio religioso dejaba de tener valor legal. La tradición chilena estableció con el tiempo, para compatibilizar la fe religiosa y el cumplimiento de la ley, que las personas se casaran dos veces: «por el civil» y «por la Iglesia».
  • Ley de Registro Civil: se crea una institución, que además de realizar los matrimonios civiles,  llevará un registro de todos los nacimientos, inscribiendo el nombre y los apellidos con que será conocida una persona oficialmente de por vida. Una posterior ley le encargará a esta institución la confección de documentos de identificación.

Las leyes laicas fueron el inicio de lo que ocurrirá en 1925: la Constitución hecha ese año establecerá la separación de la Iglesia y el Estado, eliminando la existencia de una religión oficial para toda la nación.