Conflictos entre la Iglesia y el Estado en Chile

El Estado de Chile tuvo incorporada a la Iglesia Católica como la única religión oficial hasta 1925. Al separarse se concluyó un largo proceso de diferencias entre ambas organizaciones.

Chile logró ordenarse políticamente en 1833 con la redacción de una Constitución, que entre muchas otras cosas dejaba por escrito que la única religión posible de ser practicada en público era la Católica Romana. Por lo tanto, se mantenían una serie de estructuras tradicionales de los tiempos de la colonia, como por ejemplo el nacimiento era registrado en un Acta de Bautismo y el Matrimonio era un sacramento dado por un sacerdote. Era lo único legal, por ejemplo, en cuanto a declarar a alguien como nacido, y por lo tanto con derechos de herencia.

Las ideas de Francisco Bilbao

Al transcurrir el siglo XIX las ideas liberales comenzaron a llegar a Chile a bordo de las personas que habían podido viajar a Europa, donde la idea de separación entre los asuntos de la Iglesia y los asuntos del Estado ya eran una realidad en Francia y otros países. Uno de ellos fue Francisco Bilbao, que en 1844 en su libro Sociabilidad Chilena hace una fuerte crítica a nuestra realidad, con frases tales como: «Nuestro pasado es la España. La España es la edad media. La edad media se componía en alma y cuerpo del catolicismo y de la feudalidad» y luego ataca directamente la estructura social del país y la justificación que hace la Iglesia respecto de ella, al decir:  el hombre «sufre, se le oprime, se le hace servir como esclavo y como soldado, sus hijas son violadas, no tiene a quien apelar. La ley y la justicia, el poder y la aplicación, vienen de una misma mano. La desesperación aumenta, pero el sacerdote católico le dice: este mundo no es sino de miseria. Todo poder viene de Dios, someteos a su voluntad». Con frases como estas los jóvenes de la época comenzaron a desarrollar un pensamiento anti-iglesia, que no debe confundirse con un sentimiento anti-religioso, ni mucho menos en pérdida de fe, simplemente la Iglesia Católica debe cambiar y adaptarse a vivir en la sociedad chilena republicana.

La primera señal de quiebre.

En 1856 se produce el primer conflicto entre el Estado y la Iglesia, en que se pondrá en duda si es más valioso lo que dictamina la Corte Suprema (representando al Estado) o los Tribunales Eclesiásticos (representando a la Iglesia Católica). El problema en sí es, a primera vista, sin importancia: un sacristán despedido por beber vino de misa en la Catedral. El hombre reclamó por su despido a un Tribunal Eclesiástico que decide retornarlo a su puesto; pero se revisa su causa en otro Tribunal Eclesiástico que determina que el despido está en derecho. Entonces es la Corte Suprema la que tuvo que decidir quien tenía la razón, fallando a favor del sacristán. Pero, complicando las cosas, el arzobispo de Santiago desacata el fallo y le pide al Presidente de la República que intervenga en contra del sacristán. Eso ponía al Arzobispo fuera de la ley y podía ser arrestado. El lío ya era demasiado grande y se decidió una mediación extrajudicial, con lo cual pudo darse por terminado el problema.

Los liberales al poder.

Aunque el liberalismo fue vencido, a la fuerza, durante los gobiernos de Manuel Bulnes y Manuel Montt, en que hubo verdaderas batallas; las necesidades electorales llevaron a una alianza en 1861 entre el partido conservador y el liberal (llamada «Fusión Liberal-Conservadora). Esto permitió que unas pocas ideas liberales fueran aprobadas durante el gobierno de Joaquín Pérez. La primera de ellas es un fuerte golpe a la Iglesia Católica: se hizo la ley que permitió el culto en recintos privados de cualquier religión, así como la fundación de colegios para educar a los niños en la fe de sus padres. En 1878 se produce un nuevo conflicto entre la Iglesia y el Estado. Un sacerdote católico liberal de nombre Francisco de Paula Taforó fue propuesto como Obispo por el Presidente Aníbal Pinto. La Iglesia se negó a aceptarlo, enviando a un representante del Papa, el cual fue expulsado del país por el sucesor de Pinto, el presidente Santa María. El conflicto logró ser apagado gracias al nombramiento de un Obispo de consenso entre la Iglesia y el Estado: Mariano Casanova.

Hacia un Estado laico.

En los gobiernos siguientes la necesidad de laicizar a la sociedad chilena fue cada vez más fuerte. Laicizar significa dejar al Estado, a través del gobierno, que sea el encargado de ordenar la vida pública y privada de las personas, y no, como ocurría hasta entonces que esa función la cumpliera la Iglesia Católica. Fue en el gobierno de Domingo Santa María cuando tres leyes dieron al Estado la función de ordenar la vida de las personas, desde su nacimiento hasta su muerte. Son las leyes de Cementerios Laicos (que obliga a los cementerios a contar con espacio para gente no católica) en 1883; ley Matrimonio Civil que desde 1884 establece el contrato solemne que genera vínculos permanentes entre dos personas (reemplazando al matrimonio religioso católico), y también en 1884 la ley de Registro Civil, en que se inscriben los nacimientos de las personas, constatando legalmente su existencia.  Muchos años después, en 1925, cuando gobernaba Arturo Alessandri, se estableció en la Constitución la separación de la Iglesia y el Estado.