Rapanui: Geografía y ubicación

Rapanui (o Isla de Pascua) está ubicada a 3.700 kilómetros frente al puerto de Caldera (III Región de Chile), y con solamente 170 kilómetros cuadrados de superficie. La Isla de Pascua, situada en medio del Océano Pacífico, es uno de los territorios poblados más aislados y pequeños del mundo.

Su nombre se debe a que el navegante holandés Jacob Roggeveeen arribó a sus costas durante un domingo de Pascua de Resurrección en el año 1722; sin embargo, sus habitantes autóctonos llaman a la isla Te Pito Te Henua, frase que en la lengua rapanui quiere decir “el ombligo del mundo». En la actualidad, la Isla de Pascua forma parte del territorio insular de la República de Chile desde el año 1888, y pertenece administrativamente a la V Región de Valparaíso; como dato anexo, podemos señalar que la Constitución chilena dispone que en Isla de Pascua los relojes se deban ajustar con dos horas de retraso en relación con el territorio continental de Chile.

Desde que fue descubierta por la civilización occidental, la Isla de Pascua ha representado un gran misterio para los historiadores y los arqueólogos, en gran medida por lo insólito que resultaba la existencia de una cultura marcados rasgos polinésicos a una distancia tan grande de la Polinesia. La mayor extrañeza que se llevaron los primeros exploradores europeos, se debió a la copiosa presencia de gigantescas esculturas líticas con forma humana (moai) y a los enormes altares religiosos y a las plazas ceremoniales que los rapanui llamaban ahu; estos restos arqueológicos se pueden encontrar en la mayor parte de la isla, lo que ha llevado a algunos especialistas a decir que Isla de Pascua es un “museo al aire libre”.

Características Geográficas de la Isla de Pascua

Los estudios geomorfológicos que se han realizado sobre el origen de la Isla de Pascua, han planteado que esta emergió desde el fondo marino al menos hace 10.000 años atrás, luego de un lento y largo proceso eruptivo de carácter volcánico que pudo haber comenzado hace 3.000.000 de años. Esta hipótesis se sostiene con la presencia en la isla de tres cráteres que conformarían los vértices del volcán emergido: al este el cráter Poike, al sur el Rano Kau, y al norte el Maunga Terevaka; el relieve volcánico, además, se manifiesta en la presencia de grandes acantilados litorales y en la inexistencia de playas, con excepción de Anakena y Ovahe; es preciso, además, señalar que en la isla existen un paisaje compuesto por lomas que complementan el relieve volcánico.

Debido a su composición geológica, el territorio de Isla de Pascua contiene grandes recursos líticos que permitieron a los nativos disponer de abundantes materiales para la construcción de los moai y los ahu: desde el cráter de Rano Raraku se extraía la llamada “escoria roja” que se utilizaba en las cabezas de los moai. Por otro lado, la inexistencia de cursos de agua en la isla, otorga una importancia fundamental a los cráteres, ya que en ellos se acumulan las aguas lluvias, lo que convierte a estas tierras en las únicas cultivables de Rapanui.

A diferencia de la gran mayoría de las islas polinésicas, Isla de Pascua no cuenta con una abundante fauna y antes de ser poblada sólo poseía unas cuantas especies de insectos y lagartijas; esta situación era reforzada por la presencia de los acantilados litorales, los que impedían la llegada de exponentes de la fauna marina, como tortugas y peces; es preciso señalar que esta es la causa, además, de la inexistencia de los famosos y característicos arrecifes de coral polinésicos. La pobre existencia de animales autóctonos sólo se veía mitigada por la abundante presencia de varios tipos de aves migratorias; sin embargo, estas no llegaron a constituirse en un elemento relevante dentro de la dieta de los pascuenses.

Gracias a los datos recopilados en las leyendas fundacionales del pueblo rapanui, se estima que los primeros pobladores de la isla sólo lograron introducir la crianza de un tipo de gallina y de una especie de roedores, fracasando en el traslado de cerdos y perros (animales típicos de la Polinesia), reflejando la pobre presencia de animales de la isla; sobre este último aspecto, las evidencias arqueológicas han constatado que las gallinas eran un preciado elemento dentro de la sociedad pascuense, ya que se han descubierto restos de fortificaciones en las que se resguardaba a estas aves en periodos de guerras, conflictos tribales y hambrunas. La alta valoración que tenían las gallinas para los pascuenses, se puede constatar en el hecho de que sus plumas se utilizaban como adorno para los guerreros más poderosos y en la confección de los trajes usados en los rituales religiosos.

La flora autóctona de Rapanui es de carácter subtropical y en sus lomas habría existido una densa vegetación de carácter boscoso, muy propia de este tipo de clima. Entre las especies vegetales originarias se pueden citar el toromiro, una extinguida de palma de coquitos; el makoi, perteneciente a la familia de las coníferas; estaban presentes también el sándalo y el mahute; además de una extendida variedad de totora que crecía en los cráteres de los volcanes. Al igual que en el caso de la fauna, los primeros pobladores de la isla trajeron consigo especies de vegetales polinésicos que lograron adaptarse perfectamente al clima de Rapanui; entre ellos podemos nombrar al camote, el taro, el ñame, el plátano y la caña de azúcar. No obstante, algunas de las especies introducidas como el cocotero y el árbol de pan no pudieron aclimatarse adecuadamente.