Poesía femenina en el siglo XX

Poesía escrita por mujeres en el siglo XX: su contexto de producción, su relación con el patriarcado y sus aportes a la tradición poética de América Latina

En la historia de la literatura moderna en general suelen destacar los nombres de autores masculinos y ello se debe a la imposibilidad de estas a su participación en los espacios culturales que se consideraban masculinos. No obstante, en la historia literaria latinoamericana encontramos importantes representantes femeninas de la tradición poética. Te invitamos a conocer más sobre ellas y sobre las dificultades culturales, políticas y sociales a lasque se vieron enfrentadas y que enriquecieron su quehacer poético.

Las mujeres y la escritura: la necesidad de una habitación propia

En el año 1929, la escritora inglesa Virginia Woolf escribió uno de sus más famosos ensayos «Una habitación propia», en el que daba cuenta de las dificultades que debía enfrentar una mujer que deseaba escribir. Dichas dificultades se debían a que el patriarcado (modelo social en el que el hombre tiene una condición de superioridad y dominación frente a la mujer) desplazó a la mujer a las labores domésticas y de crianza de la familia, razón por la cual ella siempre debía estar preocupada de todos y de todas, por lo que aspirar a la intimidad que se necesita para escribir era una posibilidad completamente negada para ella. De este modo, tener «una habitación propia» en la cual la mujer pudiera reflexionar, escribir, leer y en definitiva preocuparse de su individualidad era una condición necesaria para desarrollarse en tareas intelectuales, puesto que la cocina, lugar al que estaban confinadas las mujeres, no le permitía un desarrollo personal al que sí podían acceder los hombres especialmente de las clases acomodadas.

Una de las primeras mujeres que rompen con esta condición de inferioridad en las labores poéticas  e intelectuales en América Latina es Sor Juana Inés de la Cruz. Esta monja nacida en México el año 1695 decidió no casarse y entregarse a la vida retirada y la soltería de los hábitos, precisamente para poder desarrollar con libertad su vocación poética. Puede sonar contradictorio, pero en el siglo XVII una mujer podía ser más libre en un convento que casada criando a sus hijos e hijas. Sor Juana es una de las poetas más destacas de la literatura colonial y sus aportes a la poesía y el teatro barroco son reconocidos en todo el mundo, por lo que no sólo podemos destacarla por ser una mujer que escribe en un medio hostil a ello, sino también por su gran calidad literaria.

La literatura femenina en el siglo XX

A pesar de que dista mucho tiempo entre la época colonial y el siglo XX latinoamericano, algunas cosas referentes a la igualdad de derechos entre hombre y mujeres no cambiaron como se esperaba. No obstante, a principios del siglo XX aparecieron en la escena literaria algunas mujeres que en el marco de las exigencias del movimiento feminista, reclamaron la posibilidad de ser consideradas escritoras y ser valoradas por ello.

Una de las primeras en destacar fue la uruguaya Delmira Agustini. En su poesía podemos vernos enfrentados a la niña que desea y a la vez teme dejar el hogar, que nos remite a la formación de las mujeres basada en su condición de inferioridad respecto al hombre por lo que el miedo es fundamental para el sometimiento. Encontramos, asimismo, a la chilena María Luisa que en sus relatos representa el lugar de la loca como la mujer que se niega a regirse por los patrones de conducta femeninos exigidos por las relaciones sociales del patriarcado, de este modo, la mujer loca que se margina de dichos patrones es afectada corporalmente por el juicio social debido a su decisión de no cumplir con las expectativas que los otros tienen sobre ella.

En México, por otro lado, la escritura de Elena Garro y Rosario Castellanos instalan las relaciones sociales del patriarcado como una forma de sometimiento no sólo de la mujer, sino también del hombre, puesto que este se ve constreñido a patrones de comportamiento que  le niegan, por ejemplo, la posibilidad de mostrarse débil, manifestar su sensibilidad y de ver a la mujer como una compañera. En este sentido, éstas autoras representan no sólo a la mujer como una víctima, sino que a ambos géneros como participantes de relaciones en las que ambos se ven igualmente atrapados y constreñidos a cumplir con normas que no han elegido, pero de las que tampoco se han desembarazado.

Anímate a leer las obras de estas autores, emocionarte con ellas y comprender la situación social e histórica que hombres y mujeres han vivido por mucho tiempo.