Las grandes fortunas en Nueva España

El auge económico favoreció el crecimiento de las grandes fortunas mineras y comerciales.

Las grandes fortunas mineras y comerciales cumplieron un importante rol en la economía novohispánica. La acumulación de riquezas por parte de un sector minoritario de la sociedad determinó un escenario de desigualdad y profundas diferencias entre los grupos.

¿Cómo se formaron las grandes fortunas?

Conseguida la conquista de los territorios americanos, se estipuló que estos pasaban a formar parte de la Corona Española pero para hacer usufructo de ellos, los reyes debieron conceder estos territorios a peninsulares connotados para que llevaran a cabo esta importante labor.

Fue así como las tierras y los cargos de importancia fueron repartidos entre los españoles renombrados que arribaron a Nueva España para llevar a cabo la organización de la sociedad novohispánica.

El interés inicial estuvo puesto en la explotación de los minerales de plata y oro, consecuente con la política económica mercantilista de la Corona Española, que posicionaba estas mercancías como las más valiosas. Las minas, al igual que las tierras, eran propiedad de la corona por lo que esta concedió a los privados su explotación con el compromiso de que estos entregaran el 20% de lo obtenido en las faenas. Este impuesto fue conocido como Quinto Real y fue uno de los grandes ingresos del reino español en los siglos de su esplendor.

Los inversores debían contar con grandes capitales para poder sustentar la explotación minera. Es por ello que fueron los latifundistas o terratenientes que optaron por esta vía para aumentar sus ganancias.

Importancia del auge de la economía

Con el correr de los años, la minería y la agricultura se transformaron en actividades económicas atractivas que dejaban grandes ganancias por lo que los dueños de riquezas decidieron invertir en ellas. Esto se vio potenciado con el auge alcanzado en el siglo XVII, cuando estas actividades sustentaron el apogeo de la economía novohispánica.

Otra clase favorecida con la bonanza económica fueron los comerciantes quienes encontraron un nicho en el mayoreo y el comercio exterior que se acrecentó en este periodo.

Élite política y social

Las riquezas fueron acumuladas en manos de unos pocos, principalmente españoles, que fueron los directos favorecidos con el periodo de crecimiento y desarrollo económico. Gracias a esta situación, unas pocas familias controlaban el poder económico del Virreinato y con ello, pudieron alcanzar poder político y social.

Los dueños de las grandes fortunas mineras y comerciales alcanzaron tal relevancia que se transformaron en una élite con poder político, económico y social, llegando a controlar las distintas instituciones del Virreinato de Nueva España, ejemplo de ello fue el control ejercido sobre la Audiencia de Ciudad de México.

Los comerciantes, a su vez, formaron una Corporación en 1592 que gozó de amplios derechos, privilegios y poder además de una particular autonomía en su accionar. Fue así como Ciudad de México alcanzó tal poder y relevancia que en 1795 debieron crearse los Consulados de Veracruz y Guadalajara, para hacer frente a esta hegemonía.

Hegemonía y desigualdad social

Los dueños mineros, los hacendados y grandes comerciantes ascendieron rápidamente como la clase dominante y ostentadora de grandes privilegios. En la otra vereda, el resto de la sociedad debía enfrentar prohibiciones y restricciones por el simple hecho de no ser peninsulares, sin tener posibilidad alguna de hacer frente al poder hegemónico de esta clase.

Si bien la economía novohispánica iba en ascenso, la Corona Española sufría una debacle económica que le llevó a buscar ganancias por todos los medios. Ésta fue una de las razones por lo que decidió poner en venta los cargos públicos y los títulos de nobleza por lo que los comerciantes, hacendados y dueños de minas pudieron acceder a ellos mediante la compra.

Esto aumentó el descontento social debido a que las diferencias se acrecentaron y las distancias entre los grupos aumentaron. Mientras las grandes fortunas gozaban de total control, mestizos y criollos experimentaban el crecimiento de una identidad nacional que se contraponía al enriquecimiento peninsular.