La esclavitud en el Perú colonial.

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Cuando hacemos referencia a la esclavitud en suelo peruano, damos cuenta a las aberraciones y castigos que tuvo que padecer la población de raza negra durante la Colonia. Lamentablemente los prejuicios por su color de piel y costumbres, aún son latentes en tiempos donde se fomenta fervientemente -a través de campañas- la no discriminación.

El primer arribo de negros al Perú se remonta al arribo de Francisco Pizarro a tierras tumbesinas, quienes fueron traídos por él, antes de firmar la Capitulación de Toledo, documento que daba amplias libertades para colonizar territorio peruano. Para enfrentar dicha empresa, debía juntar gente leal dispuesta a enfrentar este desafío, aunque los negros que lo acompañaron, se presume, fueron despojados salvajemente de sus tierras de origen.

Notoriedad alcanzaron los negros en las revueltas y batallas que se desarrollaron entre los propios militares españoles lo cual es conocido como conflictos entre invasores españoles, luchas que fueron muy comunes durante el tiempo en el cual se buscaba sofocar los levantamientos de los incas que se habían refugiado en la sierra y la selva.

Desde los orígenes del Perú colonial, los negros fueron considerados como mercancías, objetos de lujo para quienes los poseían. Sus amos, a cambio, debían garantizar su alimentación y vestimenta. Llamados comúnmente “pieza de ébano” eran transados en el mercado, valor que variaba según la procedencia y su estado de salud. En cuanto a la procedencia importaba si el negro había nacido en América (ladinos), más conocidos como mulatos, quienes dominaban el idioma español o era venido directamente de África (bozal).

Clasificación de Esclavos

Según el estado de salud, los esclavos eran vendidos según la siguiente clasificación:

  • Alma en boca: El esclavo estaba sano, con sus facultades óptimas.
  • Costal de huesos: Podía portar alguna enfermedad, haciéndose responsable de la salud de éste el comprador de dicha pieza de ébano.
  • Con todas sus tachas: Eran aquellos que escapaban constantemente del dominio de sus amos. Por ende al ser nuevamente puestos en vitrina, se corría el riesgo de que el negro pudiese fugarse perdiendo el comprador, la inversión efectuada.

Todas las transacciones de compras de esclavos  venían con una carta de venta que certificaba la propiedad de dicho negro. El valor de estos fluctuaba entre los $6 y los $40 pesos, valor que aumentaba según la condición física que este tuviese.

Vejámenes Esclavistas

Generalmente, estos negros llegaban a Panamá, (provenientes desde África) para después hacer escala en diversos puertos de Sudamérica como Cartagena de Indias para arribar al puerto de El Callao. Un porcentaje importante estaba  asignado a la venta en la ciudad de Lima, donde- tal como animales-  eran guardados en amplios galpones para poder ser enviados a diversas zonas del Perú. Una de las zonas asignadas para la venta era Tumbes, la otra  Cañete, Pisco, Ica, Arequipa y Arica, mientras que una mínima parte era destinada a la sierra andina, lo que ha de suponer que los esclavos se adaptaban de mejor forma a condiciones climáticas templadas por sobre a las amplias oscilaciones del interior peruano, donde las noches son frías y los  días, calurosos.

Tal como el ganado, los negros llegados a territorio peruano eran marcados de manera inhumana y salvaje con fierro caliente llamado “Carimba”, accionar que  durante el transcurso del siglo XVII fue suprimida por considerarse un atentado a la dignidad  humana, por petición expresa de la Iglesia Católica.

Los negros llegados a territorio peruano ejercieron diversas actividades, las cuales abarcaban principalmente la artesanía, la peluquería y la servidumbre.

Se les consideraba como parte de las clases oprimidas de la sociedad colonial, en conjunto con los indígenas, pero estos últimos tenían el “privilegio” de estar protegidos por el Consejo de Indias que velaba por el trato de laboral de ellos, aunque en realidad ambas razas padecían las mismas opresiones, abusos y vejámenes.

Los negros que huían de sus dueños se escondían en pueblitos llamados palenques donde desarrollaban diversas actividades para sobrevivir y efectuaban llamativas fiestas religiosas.