La Bomba Atómica: Hiroshima y Nagasaki

300 kilómetros de distancia separan a Hiroshima y Nagasaki en línea recta, sin embargo sus trágicas historias las han unido para siempre en el recuerdo.

En pleno verano, el 6 de agosto de 1945 la ciudad japonesa de Hiroshima fue destruida por una bomba atómica lanzada por Estados Unidos. Tres días después otra bomba atómica cae sobre la ciudad también japonesa de Nagasaki.

Antecedentes de la Bomba Atómica

Esta historia comienza seis años antes al primer lanzamiento, cuando Albert Einstein envía una carta al Presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, en la que decía: «Recientes trabajos realizados por Enrico Fermi y Leo Szilard (…) me hacen suponer que el elemento uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente de energía en un futuro inmediato (…) se ha abierto la posibilidad de realizar una reacción nuclear en cadena en una amplia masa de uranio mediante lo cual se generaría una gran cantidad de energía». Se decidió entonces echar andar el proyecto Manhattan, que consistió en reunir a los mejores científicos del país con el objetivo de realizar una reacción nuclear, lo que sería conocido como la «Bomba Atómica». El proyecto lo encabezó el físico estadounidense Robert Oppenheimer, a quien se le puede atribuir la «paternidad» por la bomba atómica. El 16 de julio de 1945 en Nuevo México se logró crear la reacción nuclear en cadena, la primera bomba atómica, causando una explosión equivalente 20 mil toneladas de TNT  (21 kilotones). Pero no solo fue la explosión en sí lo provocado, también lo es la muy alta temperatura, que por un par de segundos supera los 150.ooo.ooo° centígrados, evaporando absolutamente todo, el viento desarrollado por la súbita baja de presión, y la radiactividad liberada, con los rayos X y gamma incluidos. Por así decirlo se hizo un pequeño Sol por un breve instante. El material usado para la implosión fue el Plutonio, que alternativamente se puede usar al igual que el Uranio.

 Bombardeo atómico

Para 1945 la Segunda Guerra Mundial ya había matado a unos 50 millones de personas. El respeto por la vida de los civiles hacía rato que había desaparecido. Los bombardeos sobre las ciudades europeas con bombas incendiarias dejaban a miles de niños y ancianos fallecidos, o quizás peor, vivos pero con graves lesiones por las quemaduras. Japón también había recibido estos ataques aéreos, y su capital Tokio contabilizaba unos 100 mil muertos solo en un mes.

La Bomba de Hiroshima

Con el nombre clave «Little Boy» la bomba atómica hecha en base al uranio es subida a un bombardero B-29. Su piloto Paul Tibblests tuvo problemas para hacer despegar la nave, dado el gran peso, 4.400 kilógramos, de la nueva arma. Era el 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana cuando la bomba es soltada sobre Hiroshima. Un mecanismo automático la hizo explosar a 580 metros de altura. Su potencia de 15 kilotones provocó en el suelo temperaturas superiores a los 4.ooo° centígrados. En un instante miles de japoneses se evaporaron por el intenso calor. Hubo un fuerte ruido, audible 60 kilómetros a la redonda, y una columna de tinte violáceo, con forma de hongo, que se elevó por las alturas unos 1000 metros.

En la capital de Japón, Tokio, se perdió todo contacto con Hiroshima. Intrigados enviaron aviones de reconocimiento. Lo que vieron fue una superficie de unos 12 kilómetros cuadrados completamente arrasada, fuego alrededor, y gente quemándose viva. 80 mil personas murieron de inmediato, un tercio de la población local. Otro tercio quedó gravemente herida. Una lluvia de cenizas comenzó a moverse desde Hiroshima, la cual estaba radioactiva. Por ello otras 40.000 personas morirían al poco tiempo víctimas de cáncer. El Presidente de Estados Unidos Harry Truman declaró entonces:  «Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como la que nunca se ha visto en esta tierra». En Tokio comenzó a discutirse si era conveniente o no rendirse.

La Bomba de Nagasaki

No habiéndose rendido Japón se decidió lanzar una segunda bomba atómica. Esta usaba Plutonio, con un poder de 20 kilotones, con nombre clave «FatMan». Se llevó en un avión B-29, a cargo del piloto Charles Sweeney. El objetivo original era Kokura, pero al estar esta muy cubierta de nubes se optó por un blanco alternativo, la ciudad de Nagasaki. Poco había sufrido esta ciudad industrial y portuaria durante la guerra, por lo tanto su infraestructura tradicional en madera estaba casi intacta.

El 9 de agosto de 1945, a las 11:02 es lanzada la bomba, la cual explosiona a 503 metros de altura. Es más poderosa que la de Hiroshima, y los efectos son los mismos, una muy alta temperatura en el suelo que evapora a quienes están más cerca, una intensa luz, un ruido que se escucha a decenas de kilómetros y el desprendimiento de radioactividad. El viento generado se ha estimado en unos mil kilómetros por hora. Al estar Nagasaki rodeado de colinas el daño se concentro en un área puntual de la ciudad, donde fallecieron unas 60 mil personas. En los próximos años se duplicaría la cifra con los heridos que no resistieron, y con los afectados por la radioactividad, causante de diversos tipos de cánceres. Sin posibilidad de responder al ataque, y además afectados por la declaración de guerra de la Unión Soviética, a los cinco días Japón decidió rendirse incondicionalmente a Estados Unidos.

Debate sobre el uso de la bombas atómicas

Estados Unidos siempre ha defendido su idea de haber lanzado las bombas atómicas. Se justifica en el hecho que puso punto final a la Segunda Guerra Mundial, evitándose los millones de muertos que hubiese habido en una invasión aliada a las islas japonesas. Los que rechazan su uso plantean la inhumanidad de matar indiscriminadamente, y los efectos al largo plazo de estas bombas, que siguieron asesinando gente aun después de la rendición y los acuerdos de paz.

A pesar que se han llegado a fabricar bombas de incluso 50 megatones, es decir 2500 veces más poderosas que la usada en Nagasaki; nunca más se han vuelto a lanzar bombas atómicas contra ciudades en ninguna guerra.