Las Cruzadas

Desde los tiempos de Constantino (272-337) que los cristianos hacían peregrinajes a Tierra Santa (Jerusalén). Contaban con la autorización para hacerlo, por parte de los musulmanes que tenían el poder de la ciudad.

En el siglo XI la situación cambió ya que los turcos se tomaron Jerusalén, prohibiendo la visita de cristianos.

La primera Cruzada

El Papa de la época, Urbano II (1088-1099,) fue un aliado del Papa ortodoxo de Constantinopla (hoy Istanbul, Turquía), Alexis I, para lanzar la primera Cruzada que fueron guerras con trasfondo religiosos y apoyadas por la iglesia.
Durante la Edad Media este tipo de guerras eran comunes, pero sólo se llama Cruzada a las que se pelearon entre 1095 y 1270. En total fueron ocho: cuatro en Palestina, dos en Egipto, una en Constantinopla y otra en África del Norte.
El Papa fue quien influenció a los principados cristianos de Europa para que participaran en la Cruzada que tenía como objetivo la recuperación de Tierra Santa.

Parte del discurso que el Papa hizo para convencer a los príncipes decía que el Cristianismo de oriente estaba siendo amenazado y que los cristianos eran oprimidos y atacados por los turcos. El occidente debía ayudar a defender a oriente. El Papa decía que Dios los guiaría porque era también Su deseo.

La primera Cruzada fue la más exitosa desde un punto de vista militar. Fue muy sangrienta pero los cristianos capturaron Jerusalén. Los caballeros que participaron en ella lo hicieron por distintas razones. Algunos querían pelear para salvar su alma y ganar tierras, otros soñaban con hacer fortuna en el Oriente, los siervos por su parte querían tierras y libertad.

Algunas de las consecuencias de la primera Cruzada no habían sido previstas. Alexis I (el Papa en oriente) creía que los territorios que habían sido recuperados le serían devueltos, pero no fue así. En vez, los conquistadores europeos establecieron un Estado cristiano cuya corona fue ofrecida Godofredo de Bouillón (1058-1100) quien se nombró «barón del Santo Sepulcro». También se crearon tres órdenes militares de las cuales la más conocida fue la de los Templarios. Su misión era resguardar la seguridad de los templos y de los peregrinos.

Las Cruzadas que siguieron fueron para defender Jerusalén del ataque de los turcos. El interés comercial pasó a ser un factor tan importante como el religioso.

La Segunda Cruzada

La segunda Cruzada fue dirigida por el emperador de Alemania, y el rey de Francia. Eran unos 150.000 hombres que pelearon, pero los resultados fueron poco alentadores.

A partir del año 1174 hubo nuevas amenazas para los cristianos en Tierra Santa ya que había un musulmán que estaba reorganizando el ejército y conquistando tierras. Éste era Saladino (1137- 1193) que conquistó Egipto, Siria y Jerusalén.

Fue ahí cuando La Iglesia comenzó a estar a favor de que hubiera una Tercera Cruzada. Tres reyes europeos (el de Alemania, Francia e Inglaterra) se unieron en la lucha pero no pudieron recuperar Jerusalén.

La Cuarta Cruzada

La Cuarta Cruzada estuvo marcada por las intrigas, los intereses políticos y económicos. El propósito de la guerra había perdido su carácter religioso. El Papa excomulgó a quienes eran responsables de que esto ocurriera. Los cruzados conquistaron Constantinopla y pusieron allí un imperio Latino.

Las últimas cruzadas

Durante el siglo XIII se mantuvo vivo el idealismo de las Cruzadas, pero en ese entonces también empezaron a tener un espíritu de conquista más que de defensa de lugares santos, como había sido en las primeras campañas militares.

En 1244 cae Jerusalén (esta vez definitivamente). Esto lleva a que el rey Luis IX de Francia organizara la Séptima Cruzada. Fue derrotado con todo su ejército.

Volvió a Francia y luego emprendió la Octava Cruzada contra Túnez, en el norte de África. La peste lo mató tanto a él como a gran parte de su ejército.

Otros papas intentaron llevar a cabo nuevas Cruzadas pero ya no se volvieron a organizar.

El único verdadero triunfo de estas guerras fue la toma de Jerusalén en la Primera Cruzada aunque sólo lograron mantener el poder por pocos años.