Mesopotamia

La civilización mesopotámica se desarrolló en el valle formado por los ríos Tigris y Éufrates, y comprendió los territorios ubicados entre la meseta de Irán y los desiertos de Siria y Arabia, en el Cercano Oriente.

Mesopotamia es un término de origen griego y quiere decir “región entre ríos”; en la actualidad estos territorios son ocupados por los estados de Irán, Siria, y principalmente Irak.

El clima de esta región es cálido y no presenta demasiado frío durante los inviernos. Los ríos Tigris y Éufrates nacen en las montañas de Armenia, recorren la zona de norte a sur y desembocan en las aguas del Golfo Pérsico; en el recorrido hacia el mar, las aguas de los ríos alimentan con abundante limo las tierras de las orillas, convirtiéndolas en un espacio ideal para desarrollar la agricultura. El limo actuaba como un poderoso fertilizante. Ello permitió el surgimiento e instalación de varios pueblos que gradualmente dieron forma a la civilización mesopotámica.

Evolución histórica de Mesopotamia.

El principal rasgo de la evolución de la civilización mesopotámica fueron las invasiones y las guerras. Hacia el tercer milenio antes de Cristo se ha localizado en la Baja Mesopotamia una civilización muy avanzada, desarrollada por los primeros habitantes conocidos de la región: los sumerios.

Los Sumerios eran un pueblo de origen desconocido, que al establecerse en la zona adoptaron como medio de subsistencia la agricultura y levantaron ciudades y construyeron un complejo sistema de canales de regadío. A partir de esta base material, los sumerios se organizaron bajo la forma de ciudades-estado, como por ejemplo: Kish, Ur, Umma y Lagash. Estas ciudades-estado se enfrascaron constantemente en luchas por el control político y militar de la región, colaborando de esta manera para ser conquistados por pueblos extranjeros.

La historia de Mesopotamia se divide en tres periodos: la etapa Sumerio-Acadia (3.000 a 2.000 antes de Cristo), el Primer Imperio Babilónico (1.900 a 1.100 a. de C.), y la etapa Asiria (1.000 a 539 a. de C.), que incluye el Segundo Imperio Babilónico Caldeo.

Etapa Sumerio-Acadia (3.000 a 2.000 a. de C.)

Los acadios o caldeos eran originarios de las regiones montañosas que ven nacer al río Éufrates que se asentaron en las llanuras ubicadas al norte de Sumeria y fueron mezclándose progresivamente con los habitantes originarios del territorio.

Hacia el año 2.400 a. de C. el rey acadio Sargón el Viejo sometió bajo su poder a los pueblos de la zona, e instauró un gobierno central con base en la ciudad de Akkad, dando forma a un gran imperio. Este imperio acadio desarrolló una gran actividad política y comercial con otros pueblos, pero pronto fue conquistado por el pueblo nómada de los guteos, quienes habían bajado a las tierras fértiles de las llanuras provenientes de los montes Zagros.

Esta decadencia de los acadios fue aprovechada por los sumerios, quienes lograron retomar el control de la zona, y bajo el mando del rey de Judea tomaron la ciudad de Lagash y la reconstruyeron, desarrollando obras de regadío y grandes monumentos religiosos.

Las renacidas ciudades sumerias, como Lagash y Ur, resistieron los ataques guteos y dieron vida al nuevo resurgimiento del imperio babilonio. En esta etapa se destacaron grandes e importantes ciudades como Kish, entre otras. Además, uno de los rasgos más fue la generalización del sistema de escritura cuneiforme, de origen sumerio.

Primer Imperio Babilónico (1.900 a 1.100 a. de C.)

A principios del segundo milenio a. de C., después de la caída del imperio acadio, se desarrolló el Imperio de Babilonia, que comandado por el emperador Hammurabi, logró unificar política, administrativa y culturalmente a los pueblos de Mesopotamia; Hammurabi logró imponer un fuerte código legal (considerado el primer cuerpo de leyes escrito de la Historia) y además, expandió el uso de la lengua acadia, que junto al sumerio de convirtieron en los idiomas dominantes.

En el año 1.700 a. de C. el imperio creado por Hammurabi no fue capaz de resistir los ataques de los hicsos, hititas, mitanios (estos dos últimos eran de origen indoeuropeo) y casitas (pastores provenientes de los montes Zagros), y resultó invadido.

La destrucción provocada por los invasores puso en peligro el desarrolló cultural alcanzado por los habitantes de Mesopotamia. Años más tarde, para el año 1.550 a. de C., la cultura babilónica experimentó una gran recuperación y Babilonia recobró su autonomía. Finalmente, al finalizar el segundo milenio, los llamados “pueblos del mar” invadieron Mesopotamia, generando una crisis que acabó con el imperio babilónico.

Etapa Asiria (1.000 a 539 a. de C.)

La crisis que los pueblos del mar provocaron en Babilonia fue aprovechada por los asirios, que luego de haber desarrollado un enorme y efectivo aparato militar, lograron imponer su poder y construir un imperio. En el siglo IX a. de C., el rey asirio Arsubanipal II arribó a Babilonia y se impuso en las regiones adyacentes. Durante los siglos VIII y VII, los asirios alcanzaron su máximo nivel de desarrollo y el rey Sargón III, junto a sus sucesores los Sargónidas, tuvieron bajo control los territorios de Mesopotamia, Siria, Fenicia, Palestina y Egipto. Este gran imperio tuvo dos ciudades que fueron sus capitales; estas son Azur y Nínive. La gran extensión que alcanzó el imperio asirio implicaba que sus fronteras fueran constantemente atacadas por pueblos de origen indoeuropeo, como los medos y los persas; esta situación fue tan recurrente que la guerra llegó a ser la característica principal de la vida de los asirios. Al terminar el siglo VII a. de C., Assur y Nínive fueron conquistadas por los persas, quienes destruyeron el imperio asirio. Los persas dieron forma al segundo Imperio babilónico caldeo, también llamado imperio neobabilónico. El segundo imperio babilónico, bajo la dirección del rey Nabucodonosor, alcanzó un último momento de esplendor en el que Babilonia fue embellecida y se construyeron obras tan llamativas como los famosos jardines colgantes; además, en esta última etapa, se originó el primer sistema monetario del Oriente. Este imperio logró perdurar sólo hasta que los persas ocuparon Babilonia en el año 539 a. de C, y se considera que con su fin se acaba el viejo mundo oriental.