Actitudes líricas: actitud apostrófica

A continuación te contaremos qué es la actitud apostrófica en un texto poético, cuáles son sus principales características y cómo construir un hablante lírico con esta actitud en tres simples pasos.

¿Qué es la actitud apostrófica?

Para poder llegar a la definición de la actitud apostrófica, debemos considerar primero los conceptos de hablante lírico y actitud lírica, dos de los componentes fundamentales de un texto perteneciente al género lírico. Adicionalmente nos referiremos al objeto lírico.

Siguiendo esta lógica, nos referiremos primero del hablante lírico, que corresponde al ser ficticio construido por el poeta que tomará la voz dentro del texto lírico. El hablante adopta una actitud lírica, es decir, una modalidad de enunciación. Las actitudes son tres en total, y una de éstas es la actitud apostrófica.

La actitud apostrófica es aquella mediante la cual el hablante lírico se dirige a un tú al que busca apelar o llamar la atención. Este tú, al que está dirigido el texto, puede ser el lector o el objeto lírico del poema. El objeto lírico es la circunstancia, cosa o persona que produce un cierto estado anímico, sentimiento o reflexión en el poeta, sobre el cual se habla en el texto lírico.

En conclusión, la actitud apostrófica es aquella en que el hablante busca apelar a un interlocutor con su texto.

Características de la actitud apostrófica

  • La actitud apostrófica es una de las tres actitudes líricas que puede adoptar el hablante en un texto poético.
  • Se caracteriza por un hablante que interpela a un tú, que puede ser el lector o el objeto lírico.
  • Por lo tanto, la persona gramatical predominante será la 2da singular.
  • Dentro de los poemas que utilizan la actitud apostrófica, tomaremos Cantares de Antonio Machado, el que dice: “Caminante, son tus huellas /el camino y nada más; /caminante, no hay camino, /se hace camino al andar.”
  • Otro ejemplo lo podemos encontrar en la parte XII de Alturas de Machu Pichu, que a su vez forma parte del Canto General del poeta Pablo Neruda. Sus versos dice: “Sube a nacer conmigo, hermano. /Dame la mano desde la profunda /zona de tu dolor diseminado. /No volverás del fondo de las rocas. /No volverás del tiempo subterráneo. /No volverá tu voz endurecida. /No volverán tus ojos taladrados.”

 Cómo construir un hablante lírico con actitud apostrófica

A continuación te dejaremos tres sencillos pasos para que puedas usar como guía cuando quieras construir un hablante lírico que adopte la actitud apostrófica para que te sirva de herramienta en la construcción de poemas que puedan surgir de proyectos escolares o personales.

1. La actitud apostrófica tiene como principal característica el dirigirse a un interlocutor, por lo que su principal función es incitar e interpelar a un tú. ¿Quién será ese tú al que debemos dirigirnos? Puedes dirigirte, en primer lugar, al receptor del poema. Puedes usar un cualquier apelativo que te acomode, desde amigo lector o estimado enemigo, etc. Así estarás dirigiendo la subjetividad expresada para movilizar a quien reciba tus palabras.

2. Otra opción para darle un sentido al tú al que debes interpelar es hablarle al objeto lírico ¿Cómo hablarle a un objeto lírico? Imagina cualquier objeto que te pueda servir como eje para el poema, ya sea una persona, un colectivo de personas, una cosa o una cosa personificada. Si decidimos que nuestro objeto será un gato, debes dirigirte a este gato como si pudiera escucharte y entenderte, diciéndole por ejemplo: “gato, tú que naciste animal y te convertiste en el dios de los rincones de mi casa, recuéstate conmigo en los infiernos de mi cama.”

3. Recuerda que en un mismo poema podemos encontrar más de una actitud lírica. Esto quiere decir que puedes usar predominantemente la actitud apostrófica y también usar en ciertos versos o estrofas una actitud enunciativa o carmínica sin que haya un conflicto en la coherencia del poema.