El Surrealismo

En el surrealismo los artistas dejaron de creer en la realidad visual y se dedicaron a la búsqueda de una realidad universal, una surrealidad (*sur*, francés para «sobre»). El surrealismo no se limita únicamente a la pintura, sino que también encontró formas de expresión literarias de la realidad.

Los surrealistas recibieron fuertes impulsos por parte del psicoanálisis desarrollado por Sigmund Freud. Los artistas quisieron penetrar con toda profundidad en este terreno que hasta entonces era completamente desconocido; los surrealistas concedieron un importante significado al mundo de los sueños, ya que el inconsciente se manifiesta sobre todo en los sueños y en los estados de trance. El escritor André Breton declaró, y con ello se hizo responsable del nombre de este movimiento, lo siguiente: «Creo en la futura ruptura del sueño y la realidad, circunstancia que en un principio parecen tan diferentes, en una especie de, si se quiere superrealismo «.

La convicción de que junto al mundo real coexisten muchos ámbitos experimentales reprimidos que había que invocar mediante sueños, alucinaciones o sugestiones, unió intelectualmente a un grupo internacional de artistas, tanto plásticos como escritores. Los pintores mas destacados de este grupo fueron los catalanes Salvador Dalí y Joan Miró, el alemán Max Ernst, el belga René Magritte y la mexicana Frica Kahlo- sólo por nombrar unos pocos-. De una forma totalmente diferenciada entre si, indagaron artísticamente el «superrealismo» y no obstante, siempre trataron de poner la realidad espiritual en el lugar del mundo real. Mientras que una fracción se ocupo de describir las cosas y los sueños, reproduciendo un universo absurdo repleto de alucinaciones, otros artistas se dedicaron a plasmar un proceso de creación que no estaba guiado por el consciente. Los pintores Giorgio de Chirico y Dalí intentaron atravesar los procesos mentales, diseñado en un estilo realista cuadros completamente irreales. De Chirico denomino su obra, en la que parecían reinar fuerzas sobrenaturales » arte metafísico «. Los surrealistas deben sus mágicos cuadros enigmáticos, que de Chirico había pintado en la primera década del siglo, a unos impulsos decisivos.

Los cuadros de Dalí parecen visiones y sueños repletos de signos y códigos inexplicables arrastrados a la luz del día, que afectan al espectador en un nivel de percepción que está más allá de cualquier tipo de lógica y concepción racional del mundo. Dalí afirmaba que sus cuadros eran «fotografías de sueños pintadas a mano», pertenece al grupo de los denominados «surrealistas ilusionistas»(o, «veristas»).

También el belga René Magritte realizó un análisis de la realidad. No obstante, el se guío por un principio totalmente diferente: No quería evocar lo familiar que se había reprimido al mundo del inconsciente mediante imágenes visionarias y traumáticas sino que deseaba describir lo extraño dentro de lo familiar. «Con demasiada frecuencia existe la costumbre de relacionar lo extraño con lo familiar mediante una sugestión mental», con unos cuadros sutiles que quería alcanzar justamente lo contrario: «Me esfuerzo por reintegrar lo familiar en lo extraño». Su cuadro El imperio de las luces provoca irritación al contemplarlo mas detenidamente: sobre un paisaje nocturno con una casa iluminada se observa un cielo veraniego. El día y la noche están entrelazados tan naturalmente que la contradicción toma la apariencia de realidad. Con la peculiar afirmación del cuadro, el espectador se pregunta por que la realidad es tal y como es y no de otra manera.

Magritte comenzó a principios de los años 20, a demostrar intensamente en sus cuadros la diferencias entre el arte y la realidad. Quería desencadenar un proceso de reflexión en los espectadores, en cuyo final se encontraba una comprensión del mundo diferente como por ejemplo en su famosa representación de una pipa bajo la que escribió: «Esto no es una pipa»(si no solo la imagen de una pipa). Con sus desconcertantes cuadros, el pintor llevo a la conciencia la relación entre la imagen y la reproducción.

Alguna de las posibilidades que tomaron en consideración los pintores fue la de dejar vía libre al mundo de la imaginación. Max Ernst fue uno de los principales pintores que hizo uso de esta concepción; fue uno de los surrealistas que mas experimento y experimentó técnicas como el frottage, engratage o la calcomanía que le permitieron crear estructuras abstractas que en un principio no representaban nada, pero que inducían, como las nubes, a ver cosas en ellas. Con frecuencia se dejo inspirar por estructuras que había creado por casualidad, de las que posteriormente extraía sus motivos. Este procedimiento es conocido gracias al «Test de Rohrschach» del mundo de la psicología.

Otro de los procedimientos, muy parecido a este último, para determinar al máximo el consiente durante el procedimiento pictórico es el automatismo psíquico, en el que los pintores dejan fluir con toda libertad sus pensamientos y su forma de pintar. Esta técnica fue recuperada en los años 40 y 50 por los informales y desarrollada por Jackson Powock en forma de » Action Painting».

Aunque los trabajos de Joan Miró están sometidos a reflexiones contextuales, también deben contemplarse como juegos de la fantasía. Influido por el arte folklórico o catalán, este artista dibujo en sus obras posteriores abreviaciones poéticas de forma subjetiva y colores variados que escondían una gran cantidad de significados. Los trabajos están llenos de poesía e ingenio y viven del colorido y de la vitalidad de las líneas. Los elementos de los cuadros parecen comunicarse y bailar entre sí. En cierto modo los trabajos de Miró se parecen a los cuadros abstractos de Kandinsky. También Miró deseaba » Mover el alma del espectador».

La investigación surrealista de las profundidades del alma tuvo que llevarse a cabo obligatoriamente de forma personal. Los surrealistas, a excepción de algunos pocos, no expusieron directamente en su obra los acontecimientos político europeo. Su posición política se manifestó en su posición defensiva: justamente su dedicación hacia lo interno puede considerarse como una negación crítica de un mundo que se está destruyendo a sí mismo y que es plenamente consciente de ello.

La producción artística en Alemania había disminuido considerablemente a causa de la guerra y de las acciones de «limpieza del arte» llevadas a cabo por los nacionalsocialistas. La exposición «arte degenerado» realizada por los nazis en Munich en 1973 allanó el camino para una encarnizada campaña difamatoria contra todos los artistas modernos y vanguardistas que no seguían el pseudorrealismo embellecedor de la doctrina artística de los nacionalsocialistas. Las obras de los artistas contemporáneos más importantes fueron retiradas de los museos, destruidas o vendidas al extranjero. A los artistas difamados se les prohibió pintar y se les persiguió, situación que obligó a muchos a emigrar. Puesto que un gran número de artistas huyó a la Estados Unidos, Nueva York se convirtió en los años 40 en el punto de encuentro artístico; muchos surrealistas se volvieron a encontrar allí. A pesar de que a principios de los años 40 el surrealismo ya había superado su punto culminante, consiguió proporcionar al desarrollo artístico fomentado justo después de la posguerra un impulso imprescindible.

Pintores Más Importantes Del Surrealismo

Salvador Dalí (1904-1989)

Cuando en 1934 se expuso por primera vez el cuadro «la persistencia de la memoria» en una galería de arte Nueva York, de donde paso directamente al famoso Museo de Arte Moderno, hacía cinco años que Dalí pertenecía al grupo de los surrealistas. En aquel tiempo comenzó la imparable carrera de este catalán, cuya pintura estuvo acompañada, sobre todo en estados unidos, de espectaculares apariciones. Los relojes blandos se convirtieron en su marca característica, que adoptó en otros cuadros gráficos y diseños de decorados. En las caricaturas de los periódicos, estos relojes cuelgan sobre el pomo de la puerta de su hotel, se esconden bajo la mata de su cama o se convierten en lenguas que salen de su boca.

Todo esto parece contradecir lo imponderable del surrealismo inspirado poéticamente, tal y como se mostró en Max Ernst y Joan Miró. Por otro lado el surrealismo no es una forma determinada de producir arte, sino una postura frente a la realidad, cuya presencia marcada por costumbres y normas establecidas debía «ablandarse» y abrirse a fluyentes combinaciones de la imaginación, tal y como se hallan en los sueños. Así, las ideas fijas que podían implantarse en la mente de las personas, como los relojes blandos, eran perfectas para expresar esta posición de irrealidad concreta.

El psicoanalítico Freud describió el funcionamiento cotidiano de la psique humana con las siguientes conceptos complementarios: el principio de realidad se ocupa de la adaptación al medio ambiente y es infiltrado constantemente por el principio de placer. Para Dalí, los relojes, representaban el principio de realidad, mientras que lo blando y lo «comestible» pertenecían al principio de placer. A demás, en los cuadros de Dalí se observa una relación entre la percepción del tiempo y la percepción del espacio.

Giorgio de Chirico (1888-1978)

Giorgio de Chirico solo pinto durante algunos años cuadros nuevos y fáciles de retener en la memoria de plazas abandonadas y colage de materiales dispuestos de forma mágica. Éstas obras son esenciales para el arte del siglo XX e inspiraron a Max Ernst, René Magritte, Salvador Dalí y muchos otros. A partir de 1920, cuando su trabajo se hizo más amplio, de Chirico se copiaba a menudo a sí mismo. Sin embargo, este pintor también pintaba de forma «clásica»: sus pinturas se convirtieron en barrocas y neoimpresionistas. Los comienzos de este pintor italiano, griego de nacimiento, ya se caracterizan por la nostalgia hacia lo clásico, con su apariencia necesaria y actual, que se encuentra en la arquitectura italiana y en la geometría de la pintura del Quattrocento de Paolo Uccello y Piero della Francesca.

De Chirico combinó excelentemente el espacio transparente, en el que las cosas se aíslan como si fueran monumentos, con el fraccionamiento del espacio racional del Cinquecento en perspectivas diagonales y divididas y en enigmáticos e irracionales espectros espaciales y superficiales. Con ello se encontraba muy cercano a la arquitectura de composición cubista. Sin embargo, lo irracional y la intranquilidad recuerda otra relación totalmente diferente. De Chirico había estudiado en Munich, donde se interesó por Arnold Bocklin. Así, el lenguaje pictórico moderno e independiente de este pintor todavía contiene el simbolismo enigmático e indescifrable de La isla de los Muertos, sin embargo, ha sustituido lo literario y lo descriptivo-psicológico del siglo XIX por una atmósfera abstracta de construcciones erguidas alejadas de las personas y de marionetas autosuficientes.

Joan Miró (1893-1983)

Miró afirmó una vez que no hacía ninguna diferencia entre la pintura y la poesía. Realmente, la definición de abstracción lírica, con la que solía definirse la obra de Kandinsky, también califica extraordinariamente la pinturas de Miró. No obstante, Miró nunca pinto de una forma completamente abstracta.

Igual que en la lírica moderna (por ejemplo en un poema surrealista) no se crean términos nuevos, sino que se producen imágenes sueltas mediante palabras conocidas, también los signos libres de Miró parten de formas y detalles familiares, casi siempre de organismos vivos.

Max Ernst (1891-1976)

Dentro de su polifacetismo, Max Ernst fue uno de los fundadores más importantes del surrealismo en pintura. En 1919 pintó como «Dadamax» dibujos ingenuos de pseudoaparatos ficticios y llenos de filigranas. Pronto sus máquinas y colages dadaístas recibieron vida propia de organismos microscópicos. Ernst leyó a Freud y comenzó a transformar lo que percibía sobre los símbolos, imágenes sustitutorias y mecanismos de represión. Entonces incorporó sus figuraciones en un profundo espacio incierto y sugestivo que adoptó de De Chirico. Así, sin darse cuenta se convirtió en un surrealista mucho antes de que se estableciera este término. Después De 1924, el arte de Max Ernst se convirtió en más pictórico y las figuraciones surgían de una estructura cromática que cubría toda la superficie del cuadro. Creó un gran número de «bosques», que muestran una naturaleza que no ha sido copiada, sino que crece en el mismo cuadro.

René Magritte (1898-1967)

Magritte, que durante toda su vida mantuvo una apariencia convencional, sacudió en sus pinturas el orden de las cosas. Los objetos muertos poseen ojos, las imágenes reflejadas en los espejos desaparecen, las calles nocturnas están cubiertas por un cielo resplandeciente. El mundo aparece repleto de agujeros; la seguridad e inspiración en lo familiar desaparece. En muchos cuadros Magritte alcanzó este efecto mediante sorprendentes combinaciones de objetos cuya materialidad o tamaño había transformado. Entre estos materiales salta la chispa poética, como dicen los surrealistas. Es decir, lo absurdo, la inspiración espontánea y absurda recibe un significado inexplicable. Lo mismo sucede con los títulos de los cuadros de Magritte. Son surrealistas porque no tiene nada que ver con el cuadro. Pero, a veces, las asociaciones unen las grandes distancias mediante un puente.