Carl Sagan

No solo un astrónomo era Carl Sagan. Además de su siempre eterno deseo de enseñar, dejó todo un mensaje de vida para la existencia en el universo.

«La ciencia no es perfecta, con frecuencia se utiliza mal, no es más que una herramienta, pero es la mejor herramienta que tenemos: se corrige a sí misma, está siempre evolucionando y se puede aplicar a todo. Con esta herramienta conquistamos lo imposible.» Carl Sagan.

Infancia y juventud

Carl Sagan nació en Brooklin el 9 de noviembre de 1934. Sus padres eran relativamente pobres, y habían sido afectados por la depresión económica de 1929. Su madre era muy religiosa, su padre todo lo contrario. Esto llevó al niño Carl a cuestionarse el tema religioso, asunto que lo preocupará de por vida. Sus padres le dieron un hogar seguro y feliz, lo que dio espacio a Carl para desarrollar su natural imaginación y deseos por comprender las cosas.

Las estrellas son soles

Siendo todavía un niño en educación básica fue a una biblioteca y pidió un libro de estrellas. Le pasaron un libro con fotos de estrellas de cine. Aclarado el malentendido, comenzó a leer sobre las estrellas que se observan en las noches, y fascinado descubrió que eran «soles» ubicados a millones de kilómetros de distancia. Su carrera como astrónomo había comenzado. Tenía seis años de edad.

Sus estudios superiores los inicia en la Universidad de Chicago, graduándose en ciencias en 1955. Fue master en Física en 1956 y doctor en Astronomía y Astrofísica en 1960. De ahí derivó a la Universidad de California y después al Observatorio Astrofísico Smithsoniano, en Massachusetts. Durante algunos años, hasta 1968 fue profesor en Harvard, año en que se trasladó a Ithaca, Nueva York, para servir en la Universidad Cornell, donde estaría hasta su muerte.

Participación en la exploración espacial

Desde inicios del programa espacial Apolo participó como asesor de los astronautas que irían, algunos de ellos, a la Luna. Por otra parte trabajó en la exploración del espacio, específicamente en los mensajes que llevan las naves Pioneer 10 y 11, en 1972 y 1973. Era una simple placa. Más complejo es el mensaje en la Voyager, lanzada en 1977, en que va un disco de oro, con su respectivo reproductor e instrucciones, para que una cultura extraterrestre que pudiera encontrarlo, sea capaz de usarlo. Una serie de mensajes en 55 idiomas son su contenido. La selección la hizo Sagan y su equipo en Cornell. A los 50 segundos, en la pista número dos, se encuentra ubicada la frase en español, «Hola y saludos a todos». Además, contiene sonidos de la naturaleza y tecnología terrestres. En cuanto a imágenes, incluye 116 fotos terrestres.

Un divulgador del conocimiento

Carl Sagan no solo fue un investigador, también fue un divulgador de la ciencia, más allá de las salas de clases universitarias. Sus libros fueron un éxito de ventas, incluyendo a «Cosmos», que se convertiría en un programa de  televisión cultural. En sus publicaciones da claras luces respecto a su pensamiento sobre ciencia, educación y  religión.

La ciencia

Critica duramente a quienes hacen afirmaciones sin mayores fundamentos. Sagan dijo: » A grandes afirmaciones, grandes evidencias». Plantea que la ciencia no es perfecta, pero tiene la costumbre de corregirse a sí misma. No hay verdades sagradas en la ciencia. Y el conocimiento, al igual que cuando se está enamorado, dice Sagan, debe contarse a todo el mundo. El secreto no es camino para la ciencia.

Educación

Destaca la importancia de la educación como agente de liberación. Recuerda que a los esclavos en el sur de Estados Unidos no se les enseñaba a leer. Por lo tanto el desarrollo de la lectura y su consecuente pensamiento crítico eran peligrosos para una sociedad, pero para una sociedad injusta.

Critica la fuerte competitividad en que han caído los jóvenes estudiantes. Segan dijo concretamente: » Me pregunto cuantos Einsteins se habrán descorazonado a causa de exámenes competitivos y hastiado de acumular méritos para un currículum».

Religión

Desde niño para Sagan el tema religioso fue motivo de cuestionamientos. Llegó a la conclusión del escepticismo, es decir una razonable duda para creer. Llegó a considerar la fe como el opuesto de la ciencia, el gran defecto humano. Pero como hombre de ciencia deja la duda, pues tampoco se ha probado que Dios no existe.

Muerte y legado

Carl Sagan murió el 20 de diciembre de 1996. Tenía 62 años.

Su legado es precisamente algo que dijo durante vida: sus libros, en que a través de su lectura nos introducimos en su mente, maravillando por la grandiosidad del universo, el cosmos.