Carlomagno

Conoce la vida y obra del Emperador Carlomagno, máximo líder del Imperio Carolingio.

Carlomagno fue un monarca germánico que gracias al éxito de su campaña de expansión territorial logró conseguir el título de emperador. Logró unificar vastos territorios europeos y propiciar la evangelización de los pueblos dominados, gracias a una exitosa alianza con el papado.

Ascenso al trono y expansión territorial

Carlos I o Carlomagno fue un rey germánico, hijo mayor del rey de los francos, Pipino el Breve. Ascendió al trono en el año 798. Tres años después, tras la muerte de su hermano Carlomán, obtiene los territorios orientales que éste había heredado.

Mantuvo una política expansiva y restauradora de lo que fuera el antiguo Imperio Occidental, sosteniendo un ideal de la continuidad del Imperio Romano en el Imperio Germánico.

En el año 774, anexionó el Reino Lombardo, hecho posible gracias a la alianza entre los francos y el papado. Posteriormente se dedicó a conquistar Sajonia durante los años 772 y 804. Sus campañas expansivas le permitieron controlar el reino más grande de Europa de la época.

Militarmente, Carlomagno tuvo buenas campañas, gracias a ello, logró dominar los territorios orientales que hoy corresponden a Croacia, Hungría y parte de Serbia.

Sin embargo, sufrió un traspié intentando conquistar España, siendo derrotado por los vascos en la Batalla de Roncesvalles en el año 778. De todos modos, logró conseguir dominar el territorio de iba desde Pamplona a Barcelona, delimitado por la conocida marca hispánica.

Para perpetuar sus dominios, tuvo que invertir mucho esfuerzo y dedicación ya que internamente surgieron múltiples rebeliones además del peligro constante que corrían sus fronteras frente a amenazas externas.

Imperio Carolingio

El dominio territorial del reino de Carlomagno fue tan vasto que en el año 800, el papa León III lo corona emperador, iniciando un nuevo imperio germánico que perduraría hasta el siglo XIX.

Administrar política y socialmente a la totalidad de los territorios dominados, presentó un gran desafío. Durante este período, no existió una capital fija a pesar de que Aquisgrán figuró como la principal ciudad administrativa. En ella, se estableció una Cancillería, encargada de dirigir asuntos eclesiásticos y civiles.

En términos prácticos, el poder territorial yacía en los condes y en las zonas fronterizas, enviados del monarca velaban por la seguridad de los límites. Los missi dominici, encargados de fiscalizar la administración en todos los lugares del imperio también jugaban un rol importante.

Alianza con el papado y disputa por el poder

El cristianismo se convirtió en un elemento de integración cultural así como de estabilidad y de orden social. Carlomagno, se encargó de perpetuar y potenciar esta situación a su favor, mediante una política evangelizadora, llegando a imponer la fe cristiana por la fuerza a los pueblos dominados. Así también, se encargó de proteger las instituciones eclesiásticas y sus territorios.

Sin embargo, el Emperador tuvo diferencias con el papado, debido a que el cargo de emperador significaba un poder universal sobre los demás príncipes, aspecto que se contraponía con el poder supremo papal en términos espirituales. Si bien la alianza entre el papado y Carlomagno fue esencial para la unidad y expansión territorial del Imperio, también revestiría una pugna por la supremacía entre estos dos poderes, disputa que trascendería a la muerte de Carlomagno y sería la tónica a lo largo de toda la Edad Media.

Muerte de Carlomagno

Carlomagno decidió heredarles su imperio a sus tres hijos, de modo, que éste no sobreviviría como tal. Sin embargo, el fallecimiento de sus herederos postergó esta fragmentación hasta que su único superviviente , Ludovico Pío, dividió el Imperio en manos de sus tres hijos en el Tratado de Verdún, en el año 843, décadas después de la muerte de Carlomagno.

La dinastía carolingia se mantuvo frente al Imperio germánico hasta el siglo X, a su vez, permaneció en el trono francés hasta el año 987. Por otro lado, el Imperio Carolingio sentó las bases del Sacro Imperio Romano Germánico.