Experimento de Redi: La generación espontánea

Conoce el experimento de Redi; experimento que generó una de las primeras explicaciones científicas respecto del origen de la vida: La abiogénesis.

Una de las primeras explicaciones dadas sobre el origen de la vida fue la creación de ésta por un ser divino (creacionismo). Con el pasar de los años, esta explicación fue tomando forma en la observación, a través de la cual se intentó dar un asidero científico que la respaldara. La figura divina creadora debería haber recurrido a cierta materia prima inerte a partir de la cual configuró “lo vivo”, lo que desde la Antigua Grecia, en personajes históricos como Aristóteles, fue concebido como la generación espontánea o abiogénesis: él, y otros pensadores hasta la Edad Media coincidían en que “los animales menores, plagas y otros de baja clase” se originaban fácilmente desde la basura o el barro, tales como ratones, pulgas, gusanos y moscas. La idea de que los “animales menores” podían originarse desde la materia orgánica en descomposición hizo el supuesto de que toda la vida en su momento apareció desde “fuentes orgánicas en descomposición” (a excepción del humano, que habría tenido una formación divina). En 1665, el médico italiano Francesco Redi refutó la idea de la generación espontánea a través de un ensayo experimental simple.

Experimento de Redi

En un frasco de vidrio (A), Redi colocó un trozo de carne cruda en su interior, dejando al descubierto el orificio por donde depositó la carne. En un segundo frasco de vidrio (B), Redi colocó un trozo de carne cruda en su interior, cubriendo el orificio de entrada con una fina capa de gasa. En un tercer frasco de vidrio (C), Redi colocó un trozo de carne de cruda, tapando el orificio de éste con una tapa, de manera hermética. A los 3 frascos de vidrio se permitió el acceso de moscas, las cuáles se posaron en estos 3 frascos de diversas maneras:

  • En el frasco A, las moscas entraron al interior de este y estuvieron en contacto directo con la carne, de la cual en un tiempo corto emergieron larvas de mosca.
  • En el frasco B, las moscas se posaron sobre la gasa que cubría la abertura del frasco, dejando sobre este pequeño huevo de mosca, y la carne si bien se descompuso, no presentó larvas.
  • En el frasco C, las moscas tampoco tuvieron contacto directo con la carne, la cual también se descompuso y no emergieron de ella larvas.

A través de este sencillo experimento Redi demostró que las moscas llegaban desde fuera a depositar sus huevos, a partir de los cuales emergerían los “gusanos” (larvas de moscas) típicos de la carne en descomposición. Este ensayo experimental presentó de inmediato detractores que cuestionaron el trabajo de Redi, el cual no fue capaz de explicar la aparición de microorganismos en la carne en descomposición, tanto en los frascos B y C. Parecía ser que si bien las moscas y otros animales más complejos no se originaban de la materia en descomposición, si lo hacían espontáneamente organismos más simples. En 1745 el biólogo inglés John Needham observó que el agua, a pesar de ser hervida, podía presentar microorganismos que surgían espontáneamente en un recipiente “herméticamente cerrado” (Needham planteaba que el frasco no podía estar privado de aire, contaminando su muestra con el exterior).

La revancha de Spallanzani y Pasteur

En 1769, el sacerdote y biólogo italiano Lazzaro Spallanzani refutó el trabajo de Needham, argumentando que sus frascos eran contaminados con microorganismos procedentes desde el aire que llegaba desde fuera de la muestra, y repitió el experimento de Redi en frascos con agua hervida y herméticamente cerrados, concluyendo lo mismo que su compatriota. Estos resultados abrieron la senda al médico francés Louis Pasteur, quien a través de un ensayo experimental similar al de Redi, pero en frascos de vidrio especiales llamados “matraces de pico de pato” demostró experimentalmente que las contaminación de las muestras de Needham provenían desde el medio externo, y que la vida no se producía espontáneamente desde la materia orgánica en descomposición. Pasteur publicó sus resultados en 1864, y desde entonces esta explicación al origen de la vida ha perdido progresivamente sus defensores, siendo hoy solamente parte de la historia científica, pero carente de certeza científica en función de sus hipótesis.