El Origen de los Ríos

Las precipitaciones son un fenómeno recurrente desde los orígenes del planeta; por tanto, las lluvias han caído por siglos y siglos en la superficie terrestre y en los océanos.

Así como en un día de invierno, el agua escurrida por efecto de la lluvia se escurre pendiente abajo por las calles, y luego se filtra si es que se halla en un terreno poroso, o se evapora parte de ella por la acción de los rayos solares. En algunas ocasiones, cuando la capacidad de absorción del suelo se satura, el agua corre abriendo pequeños surcos en el barro, dependiendo del tipo de suelo o roca por donde atraviesa.

En las zonas altas de la Tierra, en montañas y en cordilleras, estos surcos esculpidos por la acción del agua, producto de las lluvias o el derretimiento de las nieves, van formado surcos cada vez más grandes, los que lenta y progresivamente se van haciendo más profundos. Algunos de estos se convierten en escurrimientos superficiales de aguas intermitentes, que corren durante las estaciones lluviosas o durante aquellas en que por el calor se produce el derretimiento de las nieves; este tipo de escurrimiento recibe el nombre de torrentes o quebradas.

El proceso de desgaste, de erosión del suelo y de las rocas debido al escurrimiento de las aguas-lluvia, vuelve a producirse en cada periodo de precipitaciones una y otra vez a lo largo de la historia geológica de la Tierra. De esta forma, el cauce de estos primitivos torrentes se fue profundizando hasta llegar a la capa de saturación permanente de las aguas subterráneas de una región determinada.

Al ser alimentados en forma constante por aguas subterráneas y por la caída de las aguas-lluvia y, en ocasiones, por el derretimiento de las nieves, los torrentes se convirtieron en ríos, es decir en corriente superficiales constantes de agua.

Por otro lado, los ríos pueden ser definidos también como líneas de drenaje natural hacia el mar del excedente de agua existente en la superficie de la corteza terrestre. Desde esta perspectiva, el destino de las aguas trasportadas por los ríos es casi siempre, en última instancia, el océano. En esa situación es en que acaba el ciclo hidrológico iniciado alguna vez con la evaporación de esas aguas del mismo mar; por ello se puede decir que cada gota de agua en un río, alguna vez estuvo en el océano, e indefectiblemente volverá a él muchos años después.