La fiesta del centenario en Chile

Al cumplir 100 años de vida independiente, Chile lo celebra con una serie de obras públicas y ceremonias oficiales.

En 1910 los ánimos al parecer no estaban para celebraciones. El Presidente Pedro Montt había muerto el 16 de agosto de ese año, a consecuencia de una arritmia, y su sucesor el Vicepresidente Elías Fernández Albano muere el 6 de septiembre, a consecuencia de una complicación gripal. Debió asumir el poder Emiliano Figueroa Larraín, quien además de hacerse cargo de la celebración, tiene que lograr una tregua electoral para evitar conflictos internos mientras el país sea visitado por muchas delegaciones extranjeras. Un acuerdo político definió a Ramón Barros Luco como un candidato a la Presidencia, lo cual permitió dejar de lado el tema electoral durante la celebración.

Nada que celebrar

La fecha de independencia que tradicionalmente se usa en Chile es el 18 de septiembre de 1810, pero en la realidad legal ésta no ocurrió hasta el 12 de febrero de 1818. Pero la tradición es más fuerte que la historia en lo que a fiestas se refiere, por lo tanto desde inicios de 1910 los preparativos para la gran celebración se organizaron a nivel nacional. Para varios intelectuales de ese tiempo no había nada que celebrar. Tenía Chile en ese entonces una esperanza de vida inferior a 32 años, y la mortalidad infantil superaba los 300 por mil. La crisis económica se originaba no solo en el terremoto de 1906, si no que en fallas estructurales en el país, con una creciente población urbana obrera, y una explotación de los mineros, sobre todo en la zona salitrera. Duras críticas llegaban de políticos tales como Luis Emilio Recabarren y Enrique Mac Iver. Muy pronto Francisco Antonio Encina atacará duramente el sistema educacional, calificándolo como inútil para lo que el país necesitaba si quería desarrollar la industria.

Una gran celebración

Se invitó a los gobernantes de todos los países «amigos», pero dada la lejanía de Chile solo asistió el Presidente de Argentina. De todas maneras delegaciones diplomáticas especiales llegaron de muchos lugares. Se inauguraron dos edificios monumentales en Santiago, uno relacionado con la cultura: el Museo de Bellas Artes, y otro relacionado con el progreso del país: la Estación de Ferrocarriles de Mapocho, muy cerca del centro de Santiago. La ciudad de Santiago terminó el sistema de alcantarillado y se inició el alumbrado público eléctrico en el centro de Santiago. En el sector de Quinta Normal se puso un gran foco eléctrico que iluminaba con un haz de luz la noche de 1910. Otros hechos importantes fueron el estreno del primer largometraje argumental hecho en Chile, que por cierto rescataba el tema histórico: «Manuel Rodríguez». Y el 21 de agosto de 1910 el piloto César Coppeta vuela por primera vez en Chile en un avión.

Una serie de exposiciones y concursos literarios se hicieron en 1910, la idea era difundir el nivel cultural, aunque afrancesado y no autóctono, que el país había logrado. Las colonias extranjeras donaron monumentos conmemorativos al centenario, que en diversas ciudades recordaron la fecha. Los actos oficiales incluyeron una costosa revista naval en Valparaíso, que además de desfilar nuestra flota, lo hicieron 12 naves extranjeras. En la Parada Militar en Santiago marcharon más de 14 mil hombres, incluyendo soldados argentinos y brasileños.

Una raza chilena

Se habló de una raza chilena, superior a las demás. Fue el doctor Nicolás Palacios quien sostuvo que los chilenos eran una mezcla de «conquistadores» españoles, específicamente del grupo germano godo; y de los «recios y valientes» araucanos. Aunque su afirmación estaba llena de errores fue creída por varios historiadores de la época, y fue el fundamento de los grupos ultranacionalistas incluso varias décadas después.

La fiesta.

Aunque las ceremonias oficiales incluyeron grandes banquetes, la mayoría de la población celebró el centenario con bailes y comidas, en que la carne y el alcohol abundaron. El orgullo patrio se vio aumentado por las obras públicas y por el espectáculo que en sí era la celebración, con los desfiles militares y visitas extranjeras. A pesar que el mundo intelectual y un sector político lo criticó, lo cierto es que fue una fiesta, entendido esto como una pausa a los problemas del día a día.