La Sociedad Colonial

Desde los primeros días de la Conquista la población del territorio chileno comenzó a experimentar un proceso de transformación: por un lado, la población local empezó a decaer progresivamente; por el otro, aumentaron los grupos de blancos y de mestizos. El brusco descenso en el número de la población autóctona se debió a varios factores que actuaron pero existieron tres elementos que explican este fenómeno.

La encomienda, con su pernicioso régimen de trabajo, provocó una fuerte disminución de hombres, mujeres y niños; las pésimas condiciones de trabajo y la precaria alimentación se unieron a las violentas epidemias de enfermedades desconocidas que azotaron a la población local (contagiadas por los inmigrantes españoles). La trágica disminución de la población local, a su vez, hizo escasa la mano de obra necesaria para hacer funcionar el aparato productivo colonial; para atenuar esta situación, la Corona española dictó una serie de medidas tendientes a salvaguardar el trabajo indígena aunque la mayor parte de ellas no se pusieron en ejercicio.

Como contraparte al descenso de la población originaria se produjo el mestizaje; este fenómeno fue propiciado, en gran parte, por el contacto entre los hombres españoles y las mujeres locales. Es preciso señalar que la mayoría de las ocasiones este contacto fue a través de la imposición violenta. Paulatinamente, los mestizos pasaron a constituirse en el grupo más numeroso de la sociedad colonial y se convirtieron en la nueva fuente de mano de obra para la Corona; sin embargo, debieron vivir en las mismas precarias condiciones que la población indígena, sólo se diferenciaban porque no debían someterse al régimen de la encomienda. Otro elemento que influyó en la conformación de la sociedad colonial fue la introducción de esclavos africanos de raza negra; no obstante, este fue un factor poco relevante para la sociedad colonial chilena debido a la poca cantidad de esclavos que llegaron a Chile por su alto precio.

El grupo europeo o blanco era el más importante a pesar de ser el menos copioso; acaparaban, además, la propiedad de las tierras y se dedicaban a las actividades comerciales y mineras. Los primeros conquistadores y sus descendientes dieron origen a una especie de aristocracia que frecuentemente actuaba unida para resguardar sus intereses; las riquezas que les proporcionaban las grandes haciendas permitieron a la aristocracia encomendera acceder a títulos nobiliarios y mayorazgos. Estos últimos consistían en una institución de carácter jurídico que disponía que los bienes de una familia no se dividieran al fallecer el titular, sino que se traspasaban a su primogénito. De esta manera las familias importantes se aseguraban la mantención de sus patrimonios.