Los colonos alemanes en Chile

Chile acepta la idea de Philippi de poblar el sur de Chile con alemanes. Es 1845  y esas tierras están habitadas por los nativos huilliches.

En 1842 el naturalista Bernardo Philippi explora la zona cercana a la ciudad de Valdivia, en la actual región de Los Ríos en el sur de Chile. Se da cuenta que el territorio está poblado en forma dispersa por los nativos huilliches, y que por lo tanto es fácil la instalación de colonos. Considera que lo ideal para ello son los alemanes, por su sólida formación educacional, su espíritu de trabajo y religiosidad, tal como Wilheim Frick, un pionero alemán ya instalado en el sur.  Bernardo Philippi viaja a Berlín, donde su hermano Rudolfi era miembro de la Sociedad Científica, para promocionar las tierras valdivianas y convencer a sus compatriotas de viajar a Chile.

Llegan los alemanes a Chile.

En 1845 se aprobó la Ley de Colonización, bajo el fundamento de asegurar la soberanía en los territorios despoblados. En 1846 llegan los primeros inmigrantes. Sus apellidos Bachmann, Hollstein, Henckel, Ide, Jaeger, Krahmer, Kramm, Ruch, Aubel dan una nueva estructura étnica a la región, entremezclándose con los castellanos de la ciudad de Valdivia y los nativos de las zonas rurales. En 1850 se reemplaza a Philippi como agente de inmigración en Alemania, asignándose a Vicente Pérez Rosales para tal fin. La idea era traer alemanes que tuvieran algún oficio, de buenos antecedentes, que quisieran progresar junto a sus familias al otro del mundo y que fueran católicas. Sin embargo Philippi había aceptado a inmigrantes protestantes, luteranos en su mayoría. A finales de 1850 un nuevo grupo de colonos llegan a Isla Teja, al lado de Valdivia, estableciéndose con ellos las primeras industrias y tiendas comerciales. Uno de los alemanes declaró al recibir la nacionalidad chilena: «Seremos chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere, defenderemos a nuestro país adoptivo uniéndonos a las filas de nuestros nuevos compatriotas, contra toda opresión extranjera y con la decisión y firmeza del hombre que defiende a su patria, a su familia y a sus intereses.» (Carlos Anwandter, Valdivia 1851). Los colonos no eran pobres. Llegaban con herramientas, dinero y conocimientos. En el caso del citado Anwandter disponía de tantos recursos que hacía préstamos en dinero.

Lago Llanquihue.

En 1853, cuando gobierna Manuel Montt, se decreta el Territorio de Colonización de Llanquihue. Se funda ese mismo año el puerto de Melipulli, actualmente llamado Puerto Montt. La idea era ocupar todas las riberas del lago Llanquihue, fundando pequeños poblados, por ejemplo, Puerto Octay, Frutillar, Llanquihue y Puerto Varas. En esta nueva oleada inmigratoria llegan además de los alemanes, gente austrohúngara. La ocupación de este espacio tuvo problemas por la inexistencia de áreas abiertas para el desarrollo de la agricultura. Se iniciaron quemas de bosques nativos, arrasando en algunos casos con el marco natural original.

Impacto en la Industria.

El impacto de los alemanes en la industria fue enorme. En una época en que la mayor parte de la población era pagada en especies, los alemanes pagaban con dinero en efectivo, dando incentivos a los buenos trabajadores, en industrias siempre innovadoras. Se establecieron pequeñas haciendas ganaderas, fábricas de cristales, cervecerías, procesadoras de alimentos, como las cecinas. Las primeras curtiembres (trabajos en cuero) que se exportaron a Europa estuvieron en Valdivia. A la calidad del producto se le unía una cadena de contactos comerciales que hacían posible la venta al extranjero.

Alemanes y huilliches.

Se calcula que unos 40 mil alemanes y austriacos llegaron a Chile como resultado de esta política inmigratoria. Junto con las industrias, también establecieron colegios y teatros, destinados a la transmisión de la cultura europea. La relación con los nativos fue mejor que en muchos otros lugares. Aunque se hicieron dueños de sus tierras, las condiciones de trato hicieron posible una vida en paz. La forma de obtener las tierras huilliches fueron diversas. En un inicio hubo simples declaraciones de propiedad, que al no estar regularizadas fueron consideradas por la Corte Suprema en 1863 como legales. Otras tierras eran fiscales y fueron entregadas a los nuevos colonos, hubo un gran número de compras de tierras, que en muchos casos eran muy por debajo de los valores reales. El Estado debió intervenir para evitar situaciones abusivas. Aún así en 1908 el Ministro de Colonización Federico Puga  hablaba de unas 2000 escrituras de venta de tierras en que no se había respetado los derechos de los nativos.