Revoluciones de la República Autoritaria

A pesar del dominio que los conservadores ejercieron durante todo este periodo del siglo XIX, existieron una serie de grupos cercanos al liberalismo que le hicieron frente a la hegemonía conservadora a través de una serie de organizaciones como el Club de la Reforma o la Sociedad de la Igualdad, entidades que enarbolaban los ideales liberales y planteaban la necesidad de modificar la Constitución de 1833.

Entre los personajes que dieron vida a estas asociaciones podemos mencionar a los conocidos Benjamín Vicuña Mackenna, Francisco Bilbao o Santiago Arcos, estos últimos en la Sociedad de la Igualdad. Cabe decir, además, que entre estos liberales se encontraba José Miguel Carrera, el hijo del caudillo independentista.

Un ambiente de gran tensión política se generó en el año 1851 a raíz de la candidatura presidencial de Manuel Montt; ese año las autoridades gubernamentales proscribieron a la Sociedad de la Igualdad y decretaron su clausura, además, la mayor parte de sus líderes terminó en la cárcel o en el exilio. A esto se sumó la prohibición para llevar a cabo manifestaciones políticas en la vía pública y se ejerció una férrea censura a la prensa cercana al sector liberal.

El efecto que tuvieron estas medidas fue el surgimiento de una serie de conspiraciones para acabar con el gobierno conservador, y de esta forma, por consiguiente, se aumentó en extremo la tensión política. Finalmente, en abril del mismo año 1851, estalló un movimiento que dio origen a la llamada “Revolución de 1851” y que era liderado militarmente por el coronel Pedro Urriola; entre los personajes que integraron el bando insurrecto hallamos, nuevamente, a Vicuña Mackenna, Bilbao y a Carrera. A pesar de la efervescencia inicial, las fuerzas comandadas por Urriola fueron derrotadas por los soldados leales al presidente Manuel Bulnes lo que puso fin al motín de 1851.
La candidatura de Montt logró conseguir la presidencia y al poco tiempo de asumir este último, su rival en las urnas, el general José María de la Cruz, se levantó militarmente en Concepción. Sin embargo, poco tiempo después de su motín fue derrotado y lo mismo ocurrió con el levantamiento simultáneo que surgió en La Serena.

Los levantamientos que acabamos de señalar son clara muestra del agitado clima político en que estaba inmersa la sociedad chilena y de la marcada polarización entre los distintos sectores políticos y sociales. En el corto plazo estos movimientos se reactivarían al surgir la candidatura presidencial de Antonio Varas y junto con él el peligro de la perpetuación del régimen político conservador. La principal causa del rechazo que provocaba la figura de Varas se debía a su cercanía con el presidente Montt y la posibilidad de que continuara con sus políticas.

En 1858 el tenso ambiente político se agitó aun más debido a la discusión de una ley de amnistía para beneficiar a los implicados en el Revolución de 1851, la que, sin embargo, excluía a los participantes del motín que fuero exiliados. Esta circunstancia llevó a la prensa liberal a plantear la necesidad de extender esta medida para los que se encontraban en el extranjero y de paso, le permitió llevar a la discusión de la opinión pública el tema de las reformas a la Constitución de 1833.

La respuesta del gobierno fue la declaración del estado de sitio en varias provincias del país y trajo como consecuencia la aparición de diversos focos de rebelión que fueron aplacados rápidamente, con excepción del foco liderado por Pedro León Gallo en Copiapó. De hecho, este caudillo nortino consiguió tomar la ciudad de La Serena; sin embargo, en abril de 1859 fue derrotado y con ello se puso fin a la Revolución de 1858.

La constatación del enorme rechazo que provocaba en amplios sectores de la sociedad chilena la candidatura de Antonio Varas generó, finalmente, que fuera retirada y que los conservadores concluyeran su estadía en el poder.