Terremoto de Chillán 1939

En 1939 se produce en Chillán el terremoto que mayor cantidad de víctimas ha dejado en la historia de Chile. El desafío del gobierno fue no solo reconstruir, sino que buscar soluciones permanentes.

El martes 24 de enero de 1939, a las 11 horas y 32 minutos de la noche se produjo un fuerte sismo, con epicentro cerca de Talca, con graves daños en Chillán y Concepción. El temblor se sintió entre Valparaíso y Temuco.

En Santiago el sismo causó solo alarma, pero al día siguiente, cuando llegan las noticias desde Chillán, el impacto fue mayor. Las referencias hablaban de manzanas completas en ruinas, grietas en los caminos, y lo  más horroroso: gente que gritaba desde abajo de los escombros. El Presidente Pedro Aguirre decidió viajar a la zona a informarse personalmente.

Lo que había ocurrido era un terremoto grado 7,8 en la escala de Richter; y de grado 10 a 11 en la escala de Mercalli.

A medida que el día 25 de enero transcurría, las personas, muy desorganizadas intentaban rescatar a sobrevivientes de entre los escombros. Muchos debían conformarse con el cadáver de su ser querido. Las cifras oficiales establecen 5648 fallecidos. La cifra se basa en quienes se les extendió el certificado de defunción correspondiente. Sin embargo, la gente fallecida se estima en unas 30 mil personas. La diferencia se explica por los muertos en las zonas no urbanas, que en ese tiempo correspondían a más del 70% de la población. No hubo tiempo para trámites, el entierro debió ser pronto dadas las altas temperaturas de la provincia de Ñuble en verano.

La ciudad de Chillán fue arrasada. Había 3526 edificaciones antes del terremoto, siendo destruidas 1645, cifras explicables por la mala calidad de las construcciones. El material predominante era el adobe. Esto consiste en una estructura de madera, cuyas paredes son rellenadas con tierra y paja. Es una muy buena técnica en cuanto a su comportamiento térmico: cálido en invierno y frío en verano, pero de nula resistencia sísmica.Las construcciones de albañilería reforzada con una estructura metálica resistieron en un 53% sin daño alguno. La Catedral cayó en minutos completamente, y así también la Estación de Trenes. Algunos carros que quedaron entre los retorcidos rieles fueron usados como refugio. Dramática fue la situación en el teatro, en que decenas de personas fallecen al desplomarse el techo antes que alcanzaran a huir. El estadio y las plazas fueron convertidos en campamentos para atender a los heridos. El intenso calor del verano chillanejo hacía presumir una gran epidemia. El mal olor de los cadáveres así lo indicaba. El gobierno ordenó la vacunación masiva contra el tifus, pues tampoco estaba funcionando el sistema de agua potable.

Los testimonios de los sobrevivientes, que en esa época eran niños, son muy claros: “Lo perdimos todo y con los días posteriores no teníamos cómo alimentarnos. Recuerdo como una amiga me encontró caminando por las calles y me llevó donde su madre que compartió conmigo una taza de leche caliente y un pedazo de tortilla”. «Mi papá nos sacó al patio y ahí nos quedamos hasta que amaneció. Recuerdo que rezaba, lloraba y sentía mucho miedo. En un momento pensé que el mundo se iba a acabar y que por eso las estrellas se movían de un lado a otro en el cielo». La miseria en que quedó la ciudad solo era compensada con una fuerte religiosidad.

La ciudad de Concepción también fue afectada gravemente. Se estima que el 95% de sus construcciones fueron en alguna medida afectadas. Hubo gente que murió a consecuencia de la estampida al tratar de huir hacia la calle. En un teatro al arrancar los espectadores colapsó la escalera de acceso, cayendo desde varios pisos y muriendo decenas de personas.

La consecuencia arquitectónica fue muy relevante, se promovió a través de una nueva normativa legal la construcción en ladrillos enmarcada en una estructura metálica (cadenas), dejándose de lado la construcción en adobe. La nueva Catedral de Chillán se hizo con tecnología antisísmica, con una estructura de arcos metálicos. El gobierno creó la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, que debió organizar la reconstrucción de las ciudades afectadas.