La constitución de 1824

En 1824 se promulga la constitución federal de los Estados Unidos Mexicanos.

La constitución de 1824 entró en vigencia después de la caída del gobierno de Iturbide y luego de la conformación de un Congreso Constituyente. En esta carta fundamental, la república adquirió el nombre de Estados Unidos Mexicanos de carácter federal y representativa.

Contexto histórico

Tras el derrocamiento del gobierno de Agustín de Iturbide, conocido como el Primer Imperio Mexicano, se estableció un Supremo Poder Ejecutivo representando en un triunvirato conformado por Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete. Este triunvirato convocó a un Congreso Constituyente instalado el 7 de noviembre de 1824.

En el congreso se observaron dos corrientes: federalistas y centralistas. Los centralistas creían que dividir el territorio en estados independientes podría debilitar la nación ante una posible reconquista española además que los gobiernos estatales podrían distanciarse y gobernar por su cuenta. Por otra parte, los federalistas consideraban que la nación anhelaba constituirse de este modo y que el régimen estadounidense era el mejor ejemplo del éxito de este sistema.

El Congreso Constituyente intentó conciliar las propuestas de las diferentes fuerzas, otorgando cierto equilibrio en la elaboración del texto.

Tras la aprobación del Acta Constitutiva de la Federación, como estatuto provisional que constituyó a la nación en estados libres, Guadalupe Victoria fue elegido presidente de los Estados Unidos Mexicanos (1825- 1829) y pocos días después junto a su vicepresidente, Vicente Guerrero, juraron la constitución, el día 4 de octubre de 1824.

Contenido de la constitución

La carta fundamental que inspiró las cuestiones americanas que abordaba la Constitución de 1824 fue la Constitución de Cádiz y en la Constitución de los Estados Unidos de América se basaron para desarrollar la representación y organización federal.

La constitución estableció que la nación mexicana era libre e independiente de cualquier estado o nación. Asimismo, se reafirmó que los Estados Unidos Mexicanos adoptaban la religión católica como única, prohibiendo el ejercicio de cualquier otro culto.

El federalismo fue adaptado a la realidad mexicana y se mantuvo el fuero eclesiástico y militar. La forma de gobierno que adoptó la nación mediante este texto fue la república federal, representativa y popular, además de establecer la división de los poderes del estado (ejecutivo, legislativo y judicial).

El poder legislativo de la federación estaría representado por un Congreso General dividido en dos cámaras: la de diputados y la de senadores, el poder supremo ejecutivo recaería en un solo individuo quien sería el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, mientras que el poder judicial sería representado por la Corte Suprema de Justicia, por los tribunales de circuito y por los juzgados de distrito. La capacidad de dictar leyes y decretos sería función exclusivamente del poder legislativo que debería emitirlas con el fin de asegurar responsabilidades en el cumplimiento de lo establecido en la constitución, evitando de este modo, cualquier quebrantamiento del acta constitutiva.

A los gobiernos federales se les exigió la división de los poderes del estado impidiendo que las personas pudiesen participar en más de uno de ellos o de concentrarse un poder en una sola persona, así como también, se les otorgaba el derecho de ejercer estos poderes en la esfera local. Asimismo, se exigía que todo funcionario público debía prestar juramento antes de asumir funciones.

La organización política de la Constitución de 1824 intentó buscar un balance entre la federación y los estados, siendo estos últimos los más favorecidos. El presidente, vicepresidente, senadores y miembros de la Corte Suprema debían ser elegidos por las legislaturas estatales. El presidente debía ser electo con la mayoría de los votos emitidos y la segunda mayoría sería el vicepresidente. Esta última estipulación resultó fatal ya que el vicepresidente siempre se posicionó como un rival político del presidente.

En 1836, tras el triunfo de las fuerzas conservadoras y de corte centralista, la Constitución de 1824 fue derogada y reemplazada por las Siete Leyes, que centralizaban el poder en la Ciudad de México. Este hecho marcó el fin de la Primera República Federal.