Francisco Pizarro: en busca del Imperio Inca

Conoce los viajes que realizó Francisco Pizarro y Diego de Almagro en búsqueda del Imperio Inca y sus riquezas.

Primer Viaje (1524-1525)

Fue un viaje lleno de obstáculos y penurias.  Francisco Pizarro zarpó desde Panamá hacia las islas Perlas, puerto Piñas y pueblo de Hambre. Esta última bautizada así por Pizarro, debido a la hambruna que experimento junto a su hueste y la muerte de 20 de ellos por falta de alimentos. Finalmente llegaron a Pueblo Quemado, donde se encontraron con belicosos indígenas, incluso Diego de Almagro, perdió un ojo en un enfrentamiento con los nativos.

Segundo Viaje (1526-1528)

Al igual que el primer viaje, éste estuvo lleno de dificultades e ingratos momentos, debido a las malas condiciones climáticas, la escasez de alimento y la hostilidad de algunas tribus indígenas. Pese a todo esto, cruzaron el río de San Juan, llegaron a lo que hoy es Ecuador y las costas de la actual Colombia. En la isla de Gallo, Pizarro hizo una línea en la arena con una rama y dijo a sus hombres:

Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. (Descubrimiento y Conquista del Perú, Tomas de Reyna Reyna. Madrid 1892)

Luego de estas palabras tan sólo 13 hombres decidieron acompañar a Pizarro en la conquista del Perú, a quienes se les apodo como «los trece de la fama».

Luego de cinco meses desde que «los trece de la fama», decidieron acompañar a Pizarro en la conquista del Perú, estos permanecieron en la isla del Gallo a la espera de refuerzos, los cuales finalmente fueron enviados desde Panamá por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz. Cuando estos llegaron a la isla, encontraron un desolador panorama, pues muchos hombres se encontraban enfermos a causa del hambre y las infecciones contagiadas, debido a las pésimas condiciones higiénicas de la estadía en la isla y la hostilidad de los nativos. Pese a esto, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur, el mismo día que llegaron los refuerzos, dejando a los heridos al cuidado de los indios naborías que venían en compañía de Ruiz.

Seguidamente, Pizarro exploró más al sur llegando a conocer las ciudades de Tumbes y Chan Chan en la costa norte del Imperio de los Incas.

Al llegar al río Santa dio media vuelta,  fue hacia la isla de Gallo, recogió a los hombres heridos que estaban en ese lugar y regresó a Panamá. Posteriormente viajó a España para firmar un contrato con el emperador Carlos V llamado la Capitulación de Toledo en 1529.

Tercer Viaje de Pizarro(1531-1533)

El 20 de enero de 1531, con una empresa de conquista compuesta por tres barcos, tres religiosos y casi un centenar de hombres, Pizarro zarpo desde Panamá en compañía de Juana Hernández, la primera mujer española en pisar las tierras del Perú.

El recorrido comienza en el desembarco en Puerto Viejo (actual Ecuador), cruzando posteriormente Coaque, para así llegar al golfo de Guayaquil, a la isla Puna y finalmente desembarcar en Tumbes, con ayuda de los indios tallanes, avanzó al valle del río Chira, lugar donde de fundó San Miguel de Tangarará (hoy Piura). Mientras que en el Tahuantinsuyo, el inca Atahualpa acababa de vencer a su hermano Huáscar, encontrándose con un poderoso ejército.

El 24 de setiembre de 1532 parten a Cajamarca con 177 hombres, 60 caballos y armamento, con Pizarro al mando quien ya tenía conocimiento sobre la disputa por el poder del imperio Inca, entre Huáscar y Atahualpa. Es precisamente en Piura, donde se  entera  que este último se encontraba en Cajamarca. Sin dudarlo, fue al encuentro de este y lo emboscó, capturándolo el 15 de noviembre de 1532. Después de obtener un fabuloso rescate en oro y plata, lo mandó matar e inició la marcha al Cusco. Lo acompañó el “Inca títere”, Túpac Huallpa, pero éste murió en Jauja, y fue reemplazado por Manco Inca. Con su ayuda los españoles derrotaron al atahualpista Quizquiz e ingresaron al Cusco el 15 de noviembre de 1533

Finalmente, el Imperio incaico quedó abandonado a su suerte, la codicia y el poder, provocaron una gran desorganización que permitió el rápido dominio del invasor.