Sacrificios Humanos durante el periodo Incaico

Conoce el origen de los sacrificios humanos para los Incas, su importancia y en qué consistían. 

La práctica de los sacrificios humanos fue propia de los pueblos prehispánicos.  Los Mayas y Aztecas, fueron precursores de este accionar, el cual aunque en menor medida, también fue practicado por los Incas.

Origen de los sacrificios humanos o capacoha

Heredada de los diversos pueblos que antecedieron al Tahuantinsuyo, los sacrificios humanos recibían el nombre de“capacocha” que en nuestra lengua posee dos acepciones: “obligación real” o “culpa de la realeza”.

La imposición de dichas prácticas sanguinarias se remontan al reinado del Inca Pachacútec, cuando se inauguró el “Templo del Sol” o coricancha, con el objetivo de aplacar la ira de los dioses. Estos sacrificios se desarrollaban de manera esporádica y cíclica;  según diversas investigaciones, se practicaban cada cuatro años entre los meses de abril y julio en honor a Viracocha, padre creador de los incas. También se ejecutaban cuando se sucedían calamidades en el imperio como enfermedades, guerras y hambrunas, pero también cuando ascendía un Sapa Inca al trono, victorias en reyertas contra pueblos invasores y nacimientos de príncipes.

Durante los eventos del “Cápac Inti Raymi” (Fiesta del Sol) y “Quilla Raymi” (Fiesta de la Luna) igualmente se efectuaban sacrificios.

¿En qué consistían dichas prácticas mortíferas?

En primer lugar quienes debían ser sacrificados eran niños que tenían entre seis a diez años, hijos de los caciques de los señoríos, los cuales, según la cosmovisión incaica, debían ser puros y poseer perfecto estado  físico. Los niños eran acompañados por sus progenitores hacia el Cusco, portando diversas ofrendas recolectadas por los curacas de los ayllus, destacando principalmente maíz, hoja de coca, imágenes  de oro y plata, cuyes y vestimentas. En la ciudad imperial eran recibidos por el Sapa Inca para que éste diera su venia para que los infantes fueran sacrificados.

En Cusco, los niños eran recibidos con una gran celebración, que incluían danzas y sacrificios animales. Dicha fiesta duraba varios días donde los niños además eran agasajados con banquetes. Durante este acontecimiento, el Sapa Inca entregaba a los niños exclusivos tejidos, confeccionados por las acllas, (mujeres vírgenes dedicadas a labores religiosas) y recibían maravillosas joyas. Luego, los niños eran casados de manera simbólica para reafirmar el ritual del sacrificio. Los padres de estos niños, recibían compensación económica por entregar a sus retoños a los dioses.

Posteriormente, los niños y su comitiva regresaban a sus lugares de origen, donde eran recibidos con grandes celebraciones. En este instante, muchos de los niños eran alcoholizados o dopados para ser preparados para la ceremonia del sacrificio, la cual se llevaba a cabo en las altas cumbres de la Cordillera de los Andes a los pies de nieves eternas. En dicho lugar, y según investigaciones desarrolladas por expertos, los niños  morían principalmente de hipotermia, aunque algunos eran golpeados en su cabeza y apuñalados por la espalda, mientras que otros eran estrangulados; lo importante es que los niños tuviesen una muerte lo menos dolorosa posible. Tras su fallecimiento los niños eran depositados en cajas funerarias y sepultados con grava (piedrecillas) propia de las altas montañas andinas. Otros -en cambio- eran sepultados bajo la capa de nieve de la montaña, resultando momificados por acción del ambiente frío del lugar. Según la creencia de los incas, estos seres no mueren ya que la muerte es vista como una continuación de la vida terrenal porque en esta “nueva vida” uno se reencuentra con los antepasados. Este “viaje” es acompañado por hojas de coca, metales preciosos, lana, y conchas marinas del Ecuador, las cuales eran altamente valoradas por los incas.

En síntesis, la práctica del sacrificio genera jerarquización de los pueblos ante la nobleza imperial debido a que este ritual perpetúa la relación de sumisión y control entre el centro (Cusco) y periferia (los pueblos dominados). Los matrimonios entre los niños a sacrificar generaban lazos entre los pueblos involucrados. A su vez, las familias de los niños obtenían gran reconocimiento y estatus entre sus pares, lo cual era un instrumento de fidelización por parte del imperio.

Momias incaicas.

Para finalizar, es necesario remarcar que los saqueos y la destrucción han borrado vestigios de las momias incaicas. La primera momia fue encontrada a finales del siglo XIX, pero ésta fue robada. Hay que remontarse a 1954 para encontrar una momia en su completa composición, encontrada en la cumbre del Cerro El Plomo, en Chile. Otras momias han sido localizadas en el Volcán Llullaillaco (frontera chilena-argentina), Volcán Aconcagua y el Nevado Ampato en Arequipa, Perú