La Iglesia en la Edad Media

La Iglesia que se conformó en el Imperio Romano tiene su proyección y consolidación en la Edad Media. La jerarquía eclesiástica se mantuvo y el Papa se fortaleció como una autoridad temporal y política. La cultura cristiana se desarrollo principalmente por medio de los monasterios y abadías en los feudos. Esta relación no estuvo exenta de conflicto con el paso del tiempo, llevando a disputas entre algunos señores feudales y monasterios por el cobro de impuestos y contribuciones.

La Iglesia Medieval

La continuidad de la Iglesia se debió a que los reinos germanos-romanos conservaron la institución, la que resguardó su jerarquía de la organización romana, pero perdió el control del territorio. Los germanos adoptaron la religión hasta llegar a ser el único culto. De esta manera, la Iglesia lentamente va fortaleciéndose cómo la institución principal en la Edad Media Europea, resguardando la civilización que el Imperio Romano había forjado.

Las misiones de la iglesia

Las órdenes monásticas fueron las encargadas de enseñar la doctrina que contenía la religión cristiana con su idea de salvación,  prestando ayuda en las Iglesias y conventos para el refugio de cristianos que lo necesitaban. Mientras la autoridad política máxima recayó en el Papa.

Las órdenes monásticas tuvieron misioneros para predicar y combatir las herejías y paganismos, lo que a la vez implicó  la enseñanza de la doctrina cristiana extendiéndose por todo el continente. Algunos misioneros fueron San Patricio, que introdujo el cristianismo en Irlanda hacia el siglo IV, desde dónde se expandió a Islandia, Galia del Norte y Germania. Otro misionero fue San Bonifacio quien estuvo a cargo de la evangelización de Germania más allá del Rin (716).

La jerarquía eclesiástica

La jerarquía de la iglesia se ordenó de la siguiente forma:

  1. El Papa se ubicó en Roma
  2. Los obispos en las diócesis respectivas
  3. Los sacerdotes (clero secular)
  4. Los monjes (clero regular)

El Papa Gregorio Magno (590) dictaminó que  las órdenes monásticas quedaran bajo la autoridad del Papado, lo que llevó paulatinamente a que dejaran su contacto con la vida laica. San Benito (520)  fundó uno de los primeros monasterios en Monte Cassino Italia, organizándolo en un lugar religioso dedicado a la oración.

Expansión de la iglesia

La difusión del cristianismo estuvo apoyada por el sistema feudal. La economía al interior del feudo, basada en la posesión y cultivo de tierras ayudó a que la Iglesia aumentara los dominios, cedidas generalmente por reyes y señores feudales.  Esto provocó que los monjes se dedicaran a la actividad agrícola para abastecer de productos al monasterio.

Con el paso del tiempo y la extensión del feudalismo en algunos lugares de Europa,  se dio la pérdida de independencia de la Iglesia. Algunos señores feudales cobraron impuestos a la Iglesia, algunas veces tomaron títulos de abades y usurparon tierras, obligándo a la iglesia a mantener el ejército.

En reacción a estas prácticas feudales, se fundó la Abadía de Cluny (910) por Guillermo I de Aquitania, una nueva postura frente al monasterio. La idea fue renovar el espíritu religioso de los benedictinos, perfeccionado la vida contemplativa y  el pensar religioso. A partir del siglo XI, este movimiento monacal se extendió por toda Europa, contribuyendo al desarrollo agrícola, cultural y espiritual del cristianismo.