La religión en Egipto

En los orígenes de la civilización egipcia, los nomos o pequeños reinos poseían divinidades individuales y sus propios cultos locales. Por lo general, los dioses eran representados en forma de animales, o como una mezcla compuesta por cabeza de animal y cuerpo de humano; esta forma de representación se conoce como antropo-zoomorfismo.

En el periodo del Reino Antiguo, los faraones impusieron a los dioses locales a toda la población del valle del Nilo; por ejemplo Menes, desde su capital Menfis expandió el culto al dios con forma de halcón Horus, al que se consideraba la deidad del sol naciente. Posteriormente, los faraones impusieron el culto al dios Ra, el que también era una deidad solar que gobernaba el mundo. La adoración al dios Ra logró perdurar en el tiempo, ya que los nuevos faraones agregaron su nombre al del dios Amón, conociéndose como Amón-ra.

Los egipcios profesaban la creencia de que el dios Ra gobernaba el mundo de los vivos, mientras que Osiris hacía lo propio en el mundo de los muertos y era se suponía que el faraón era su representante en la Tierra. Los egipcios consideraban que luego de la muerte venía el llamado juicio final en el que el dios Osiris se encargaba de juzgarlos, y para ello utilizaba una balanza en la que ponía una pluma que simbolizaba la verdad y la contrastaba con el peso de los corazones de los difuntos.

La religión egipcia se caracterizo por su dinamismo y a instancias de la invasión de los hicsos durante el Reino Medio, adoptó el culto al dios Seth y a toda su mitología.

En el periodo del Imperio Nuevo, y mientras Tebas regía los destinos de los habitantes del valle, se masificó la adoración al dios Amón-ra, en honor del cual se construyeron enormes templos cada vez que los egipcios derrotaban y conquistaban a un pueblo enemigo.

En este período, el faraón Amenofis IV intentó convertir a los egipcios al monoteísmo mediante el culto exclusivo al dios Atón, al que se consideraba el dios creador universal; no obstante, a su muerte los egipcios retornaron al politeísmo cuando el faraón Tutankamón volvió a imponer el culto a Amón-ra y los demás dioses del panteón egipcio.