Mesoamérica

El área cultural de Mesoamérica se ubica entre la parte sur del actual estado de México, en particular desde la línea del río Fuerte, y el territorio ocupado por las repúblicas de Guatemala, El Salvador, Belice y las regiones occidentales de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

La región de Mesoamérica comparte una serie de características y elementos culturales que dan cuenta del desarrollo de una tradición común en la zona.

Entre ellos podemos nombrar la existencia de la llamada “trilogía alimenticia”, es decir, una dieta con base en el maíz, las calabazas y los porotos; las construcciones religiosas en forma piramidal; la divinización de fenómenos naturales como la lluvia y la presencia de un héroe mitológico representado en la serpiente emplumada; la práctica ceremonial del juego de pelota; las sociedades altamente estratificadas en las que existían clases de militares y comerciantes que disfrutaban de privilegios especiales; la utilización del cacao y otras semillas como moneda; la confección de figurillas de arcilla e incensarios; tejidos de algodón y otras fibras vegetales; la presencia de dos calendarios: uno religioso y otro civil; el alto desarrollo del conocimiento científico, especialmente de la astronomía, la geometría y las matemáticas; la existencia de un sistema jeroglífico de escritura y numerales; la fabricación de libros, tradicionalmente conocidos como códices, que se doblaban en forma de biombo, etc.

Cultura Olmeca

La cultura Olmeca es considerada como la primera civilización americana y se desarrollaron en el área de Mesoamérica, específicamente en la costa del Golfo de México, en los territorios actualmente ocupados por los estados mexicanos de Veracruz y Tabasco. Se suele llamar a la tradición olmeca como la “Cultura Madre de Mesoamérica”.

Se estima que la cultura Olmeca se desarrolló entre los años 1.500 y 500 a. de C. y su principal característica fue la importante presencia en su sociedad de la religiosidad.

Los olmecas son descendientes de las aldeas de agricultores y pescadores mariscadores que se estaban ubicadas en el Istmo de Tehuantepec en el Golfo de México, y que hacia el año 1.500 a. de C. se transformaron en un estado teocrático (teocrático quiere decir que el gobierno de un estado es ejercido por las autoridades religiosas), cuya elite de nobles que sustentaba su poder en la religión. Esta casta de nobles poseía la potestad de convocar a la población olmeca para que sirviera en la construcción de monumentales centros ceremoniales, los que eran considerados como una instancia para consolidar el nexo existente entre los dioses y la clase de dirigentes.

Los centros ceremoniales se ubicaban en el centro de las aldeas de campesinos que practicaban una agricultura de tala y roza; esta modalidad de agricultura implicaba un rápido agotamiento de la tierra y obligaba a los campesinos olmecas a trasladarse a las zonas vecinas. Cuando los habitantes de una aldea se trasladaban a otra zona, los centros ceremoniales, progresivamente, comenzaban a declinar en relevancia y se llevaba a cabo la destrucción de los monumentos que simbolizaban el poder del centro abandonado; una vez destruido el antiguo centro ceremonial, los campesinos procedían a la construcción de un nuevo centro de ceremonias.

La cultura Olmeca tuvo tres grandes centro ceremoniales, los que se fueron sucediendo a través del tiempo; en la actualidad estos centros se conocen como San Lorenzo (1.500 a 900 a. de C.), Las Ventas (900 a 400 a. de C.) y Tres Zapotes (400 a 100 a. de C.).

La estructura de la sociedad olmeca estaba compuesta mayoritariamente por un gran estamento de campesinos que estaban ligados al cultivo de maíz, porotos, calabazas y mandioca; en seguida se ubicaba el sector de los artesanos, los que se dedicaban a la confección de productos de alfarería, la albañilería, la escultura y el tallado de piedras preciosas y semipreciosas. Un nuevo sector estaba conformado por el linaje de los dirigentes que poseían el poder político y religioso; ellos concentraban el control de la producción agrícola y el manejo de la naciente industria artesanal que desarrollaron los olmecas.

La clase de los dirigentes, además, se encargaba de administrar las rutas de intercambio comercial, principalmente fluviales, que comunicaban a la cultura olmeca con los pueblos de la cuenca de México y las tierras bajas y altas de Guatemala.

Como señalamos, la sociedad olmeca era profundamente religiosa y el conjunto de sus divinidades se componía principalmente de dioses cuyas características eran complementarias, como era el caso del dios de la lluvia y el dios del maíz. Las divinidades del panteón olmeca eran representadas por medio de animales que simbolizaban las fuerzas y poderes que dominan la tierra (el jaguar), el cielo (el águila) y las aguas (el caimán).

Según planteaba la tradición religiosa de los olmecas, el universo estaba dividido en espacios subterráneos y celestes que estaban interconectados, y en los cuales vivían las divinidades.

Las manifestaciones artísticas de la cultura olmeca estaban fuertemente influenciadas por la religión y, principalmente, estaban presentes en los centros ceremoniales y sus alrededores; las muestras más importantes de la cultura olmeca eran las llamadas “esculturas monumentales”, como es el caso de las cabezas colosales, los altares y las estelas.

La cultura olmeca representa un gran aporte al desarrollo de Mesoamérica, no solamente por haberse constituido en el primer estado del continente americano, sino que también por toda la serie de aportes científicos, los que sentaron las bases del futuro desarrollo de todos los pueblos de la región que los españoles encontraron a su llegada a América.