La tragedia

Dentro del género dramático, la tragedia se inscribe como un gran subgénero caracterizado por la tristeza de su argumento y la generación de catarsis.

 Tragedia: El destino inevitable

Como tipo de obra dramática y literaria, la tragedia tiene sus orígenes en la Grecia antigua, como una representación teatral muy popular y didáctica en honor al dios Dionisio. Obras clásicas como Edipo rey, Antígona, Medea, La orestíada han inspirado una larga tradición de tragedias que hasta hoy en día se caracterizan por el enfrentamiento de los personajes con un destino inevitable (o con los dioses), el acontecimiento de un mal o acción tan grave que derrota y hace sufrir intensamente a los personajes (que generalmente encuentran su desenlace en la muerte, una enfermedad terminal, el incumplimiento de un sueño, un castigo fatal y eterno, penas de amor, etc.), y una representación de nivel tan triste y doloroso que genera la catarsis en la audiencia, es decir, la compasión del público que está tan afectado por los sucesos trágicos de la obra, que siente un miedo y compasión inmensa por los personajes, y es capaz de dejar de reprimir sus propios sentimientos, para desbordarse emocionalmente. Para generar la catarsis, los personajes generalmente son seres humanos con los que el público puede identificarse y sentirse representado.

A diferencia de otros tipos de drama y géneros literarios, la estructura de la tragedia no suele ir el sentido de inicio, nudo o problema y solución, ya que una vez roto el equilibrio y la armonía cotidiana, el conflicto se va acentuando cada vez más, empeorando la situación de los personajes que llegan a un fin sin solución, generalmente triste y no deseado. Asimismo, la tragedia se diferencia de los otros subgéneros dramáticos sobre todo en su generación de catarsis y en el paso definido de los personajes de un estado beneficioso a uno adverso