La influencia de la Iglesia en la colonia

Desde la Conquista la Iglesia Católica fue el gran aliado de la Corona española. Sometida legalmente al Rey, la Iglesia logró la suficiente independencia como para ser un influyente actor.

La Iglesia bajo el poder del Rey

Legalmente la Iglesia Católica estaba sometida al poder terrenal del Rey español, a través de lo que se llamaba el derecho de Patronato y el Derecho de Regalía. El Patronato que consistía en términos prácticos que los Obispos eran nombrados por el Rey a sugerencia del Consejo de Indias; ésto incluía el recaudar el Diezmo, un impuesto destinado al financiamiento de la Iglesia. La Regalía era la representación en nombre del Papa que tenía el Rey, o sea lo que se decía en Roma, el monarca lo transmitía a América. La misión de la Iglesia era la de evangelizar a los indígenas, tarea que después se convirtió en el buen propósito de protegerlos de los abusos del sistema de la Encomienda.

La Iglesia colonial en Chile

En la colonia de Chile los sacerdotes católicos son una fuerza que actúa a la par con el poder del gobernador, quien era nombrado por el representante del rey en América, el virrey.  No solo cumplió con la función de evangelizar a los indígenas, si no que fue además la rectora de las conductas de las personas. Establecía las obligaciones según se fuera hombre o mujer, consagrando el matrimonio. Por cierto llevaba un registro de los nacimientos a través de los bautizos y de los fallecidos a través de las misas de difuntos. La educación estaba monopolizada por la Iglesia Católica. Debido a la escasez de personas cultas eran los sacerdotes quienes ejercían las tareas de enseñanza. La asistencia a la misa diaria era obligatoria, así comenzaba el día para todas las personas en la ciudad. Influyeron en el arte, no solo en cuanto a los temas religiosos, si no que también al estilo de pintar, utilizándose el muy europeo barroco.

La división administrativa de la Iglesia Católica consistía en dos “Diócesis”, una con catedral en Santiago, y la otra en Concepción (que originalmente estuvo en Imperial). A su vez los sacerdotes se clasificaban en dos tipos:

  • Seculares: que corresponde a los que viven entre las personas, siguiendo las leyes comunes. En Chile ya en tiempos coloniales se les decía “curas”, aunque este concepto solo debiera referirse al sacerdote encargado de una parroquia.
  • Reglares: que corresponde a los que viven separados de la comunidad, en sus propios monasterios. En algunos casos son contemplativos, como los Carmelitas, en otros dedicados a la función evangelizadora, cultural y educacional, como los Franciscanos, Jesuitas, Mercedarios, Agustinos y Dominicos.

Las fiestas religiosas que se celebraban en público eran decenas. Desde los santos, como la del Apostol Santiago, hasta la Navidad, pasando por Corpus Christi, Asunción, etc..  Al realizarse en las calles todos debían participar, organizándose cofradías para celebrar a un santo en particular. Muchas veces estas celebraciones derivaban en excesos, que hizo necesario que una conferencia episcopal reglamentara estas celebraciones. Llama la atención que entre las prohibiciones estaba el que los sacerdotes no podían jugar a los dados o naipes. Queda en claro que el concepto de “fiesta” religiosa ya en la colonia comenzaba a tomar el significado moderno: “fiesta” como sinónimo de alegría.

Muy importante fue la Orden de la Compañía de Jesús, que estuvo en Chile entre 1593 y 1767, tiempo durante el cual desarrollaron una verdadera empresa, que incluyó toda una red de influencias. Su éxito, mucho mayor al de las otras Órdenes Religiosas, les permitió influir en las decisiones de la Corona española, por ejemplo en la manera de enfrentar el caso mapuche, optándose por el convencimiento más que por el amedrentamiento. Es lo que se llamó la Guerra Defensiva, y la que hizo posible un fuerte intercambio comercial entre españoles e indígenas, y unas pocas, pero auténticas, conversiones al catolicismo. En lo educacional lograron una enseñanza a niveles tan altos como para tratar temas de teología, derecho, filosofía, gramática y latín. Su expulsión del Imperio Español en 1767 dejó en claro que quien mandaba realmente era el Rey.