La Imagen Masculina en la Literatura

Las primeras figuras masculinas – en la literatura – se remontan a los tiempos de la Edad Media, con la imagen del caballero andante, asociado a los textos de origen español, como es el caso de la obra El Cantar del Mío Cid (año 1140 aproximadamente). En este libro se narran las historias de Rodrigo Díaz de Vivar y en torno a él se relacionan los ideales de un buen cristiano y el valor de la lealtad y del honor de un caballero.

Con el paso del tiempo surgió la figura de Don Quijote de la Mancha, personaje creado por Miguel de Cervantes y Saavedra, también español. El Quijote encarna el conjunto de ideales caballerescos y posee los más nobles valores del ser humano. La crítica hacia esta obra es que se dice que la figura del Quijote desprestigiaba a los caballeros andantes o a lo que la literatura había plasmado como tal, pues éste experimentaba una serie de malos entendidos y equivocaciones; pero aún así, esta novela es una fiel representación del espíritu de la época, donde se exaltaba la figura de los hombres de caballería.

Más adelante, entre los siglos XVI y XVII, se hacen presentes una serie de prototipos, entre los que destacan las figuras de:

Prototipos de la literatura

El cortesano

Esta figura está inserta en las novelas breves, donde el contexto es un viaje o una reunión – a modo de tertulia – en algún lugar de Italia. El cortesano era un hombre instruido, que gustaba de la lectura y que sabía de las letras, que dominaba diferentes idiomas y  poseía mucha gracia para narrar cuentos. Asimismo, le era natural el dominio en algún arte musical, que le llevaba a interpretar partituras y ejecutar uno o más instrumentos. Esta persona era un hombre integral, ya que también sabía domar caballos, aún a los más difíciles. Tenía conocimiento de armas y de sus usos, poseía gran capacidad física y motora, por lo que le era familiar practicar deportes.

El humanista

Es otro tipo que aparece en la literatura. Dentro de sus características estaban el que era una persona intelectual, que conocía las diferentes culturas existentes y antiguas, su léxico y modo de escritura eran muy cuidados y refinados y sus ademanes respondían a una gran elegancia. Este hombre amaba la belleza intelectual, de las ideas y ansiaba la paz interior. Por otro lado, este hombre buscaba la fama y el reconocimiento, para poder trascender en el tiempo. Poetas, filósofos, soldados, buenos amantes y artistas, son modelos de este prototipo, así como también lo es el hombre apegado a la religión, con una fuerte creencia dogmática y trascendental, que le llevan a lograr la armonía interna.

El pícaro

Esta imagen es la de un hombre necesitado, que vive al desamparo de la sociedad, que no tiene satisfechas sus necesidades más básicas y por ello busca a un amo a quien poder servir. Se caracteriza por su flojera, demasiado ocioso; también por la poca prolijidad en el aseo personal, con malos modales y conductas inadecuadas, pudiendo llegar a ser ladrón, aunque no es un delincuente; sin embargo, vive amargado y pensando en lo que pudo ser, por lo que nunca alcanza la felicidad absoluta. No obstante tiene valores de solidaridad hacia el prójimo. Con el paso de los años, el pícaro adquirió una nueva connotación, otorgándosele características de bufón, de travieso, gracioso y descarado. Uno de los personajes más destacados – y que responde al modelo del pícaro – es el joven de El Lazarillo de Tormes,  en este libro se presenta la historia autobiográfica de un chico que, por su pobreza, se ve en la obligatoriedad de servir a distintos señores, experimentando con cada amo una serie de situaciones, que le hacen valerse del ingenio para satisfacer sus necesidades, aún cuando ello vaya en desmedro de sus patrones de turno.

En el Siglo de Oro (XVII), de la mano del teatro español, aparecen tres personajes, que son prototipos masculinos y que representan a los valores de la sociedad de la época:

El caballero

Es el personaje que asume la protección de una o más damas, asimismo, es el buen padre y esposo, que le da una gran relevancia al tema del honor. También se relaciona a la imagen del galán y seductor.

El galán

Es un personaje ideal, que encarna los valores de la solidaridad y la generosidad, proviene de buena familia y abolengo, así como tiene atractivo físico.

El rey

Este tipo simboliza jerarquía, un orden social; encarna el sentido de la justicia, el equilibrio y la equidad.

No obstante, es la figura de Don Juan Tenorio la que adquirió mayor importancia en la historia de la literatura, es el prototipo masculino por excelencia. Este personaje era abusivo, engañador, gustaba de divertirse a costa de las mujeres que enamoraba, aunque eso significara desafiar a las divinidades y valores sociales de la época.

Es tan famosa la imagen de Don Juan, que cada año en España se reestrena la obra, ya que es parte de la historia de esa nación y está enraizado en su cultura y en la tradición española.

En el siglo XVII, la imagen masculina adquiere otra connotación. Leamos el siguiente poema de Sor Juana Inés de la Cruz:

Arguye de inconsecuente el gusto y la censura de los
hombres que en las mujeres acusan lo que causan

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Esta autora hace una abierta crítica al modo de actuar de los hombres de ese tiempo, tildándolos de necios y de insensibles, ya que oprimen las acciones de la mujer, pero ellos hacen efectúan los mismos actos que condenan, sólo por un asunto de género. Ella exige respeto por la mujer, que tiene las mismas opciones que el hombre.

Con la corriente del Romanticismo, surgieron imágenes de hombres asociadas al pirata o al rebelde, también al hombre galante que tenía malas intenciones o aquel que está destinado a la perdición de su alma. El Realismo, por otra parte, muestra a hombres más comunes y corrientes, quienes luchan por una sociedad mejor.

En la Época Contemporánea siguiendo la línea temática literaria, se presenta una imagen masculina asociada a una persona que causa problemas y es cambiante, esto por su condición de existencial, que le llevan a ser pesimista, sarcástico, consumista, hombre “masa” o depresivo.